Fiscal de la trama rusa interroga a la "madame" de los burdeles de NY

Las cadenas, que citan fuentes familiarizadas con el asunto, aseguraron que Davis accedió «voluntariamente» al interrogatorio de Mueller, que investiga el alcance de la supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 y si hubo alguna coordinación entre el Kremlin y la campaña del actual mandatario, Donald Trump.

Al ser preguntado por Efe, un portavoz del equipo de Mueller se negó a confirmar las informaciones de los medios.

Supuestamente los investigadores están interesados en los vínculos de Davis con Roger Stone, un amigo de Trump, que formó parte de su campaña para esos comicios, aunque dejó su equipo en agosto de 2015.

Según los medios, a pesar de su salida, Stone siguió asesorando informalmente a Trump y supuestamente, en 2016, conversó con el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, sobre los correos del Partido Demócrata que su portal había obtenido y que contenían información perjudicial sobre Hillary Clinton, rival del actual presidente en las elecciones.

En una declaración enviada a la CNN y NBC, Stone explicó que él y Davis son amigos desde «hace mucho tiempo».

«Ella -añadió- no sabe nada sobre la coordinación rusa, la colaboración de WikiLeaks o cualquier otra infracción relacionada con las elecciones de 2016, que pensé que era el tema de esta investigación. Entiendo que ella apareció voluntariamente. Estoy muy seguro de que testificará con sinceridad si se le pide que lo haga».

Stone y Davis han trabajado juntos desde 2010, cuando la conocida como «Madame de Manhattan» se presentó a los comicios por la gobernación de Nueva York con una polémica plataforma «contra las prohibiciones», que pedía la legalización de las armas, la prostitución, la marihuana y el matrimonio igualitario.

Davis fue arrestada en 2013 después de vender drogas a un individuo que cooperaba con el FBI, hecho por el que fue condenada a dos años de cárcel, siendo liberada en mayo de 2016.

Se ganó el apodo de la «Madame de Manhattan» en los tabloides de Nueva York tras admitir públicamente que se había encargado de conseguir prostitutas para la elite adinerada y famosa de la ciudad, clientes entre los que figuraba el exgobernador neoyorquino Elliot Spitzer.