Si, como denuncia el CONEP, la delincuencia sindical de transportistas obliga a los turistas a ocupar sólo los autobuses suyos; e impide a las empresas transportar a sus empleados; y asalta cualquier vehículo que no pertenezca a sus bandas; e intimida a toda empresa que quiera adquirir su propia flotilla; y cuesta más traer a la Capital un furgón desde Montecristi, que enviarlo a China…Si es así, aquí no hay autoridad y vivimos en plena barbarie.