REDACCIÓN. Alberto Fujimori, quien falleció el 11 de septiembre de 2024, fue un controvertido expresidente de Perú que dejó un legado profundamente divisivo en la historia del país. Nacido el 26 de julio de 1938 en Lima, de ascendencia japonesa, Fujimori comenzó su carrera como ingeniero agrónomo y rector universitario antes de irrumpir en la política peruana, alcanzando la presidencia en 1990.
Fuentes cercanas a Palacio de Gobierno indicaron que “seguirán estrictamente los protocolos fijados por la cancillería”. Es decir, le rendirán honores de Estado a Fujimori.
Su mandato se caracterizó por grandes logros en términos de estabilidad económica, enfrentando la hiperinflación con medidas neoliberales agresivas. También es recordado por combatir a los grupos terroristas Sendero Luminoso y MRTA, lo que le ganó el apoyo de sectores importantes de la población.
Sin embargo, estos éxitos fueron opacados por graves violaciones a los derechos humanos, incluyendo la masacre de Barrios Altos y La Cantuta, así como la implementación de políticas de esterilización forzada que afectaron a miles de mujeres indígenas.
En el caso de las esterilizaciones forzadas, el Poder Judicial anuló la acusación penal contra el expresidente Alberto Fujimori y otros, donde fue procesado por el presunto delito contra la vida, el cuerpo y la salud, en la modalidad de lesiones graves seguidas de muerte en un contexto de grave violación de los derechos humanos.
El punto de inflexión en su presidencia llegó en 1992 cuando dio un autogolpe, disolviendo el Congreso y asumiendo poderes extraordinarios, lo que consolidó su control del poder y aumentó su dependencia de Vladimiro Montesinos, su influyente asesor. Aunque fue reelegido en 1995 y 2000, su tercer mandato estuvo marcado por la creciente corrupción revelada por los «vladivideos». Finalmente, en 2000, Fujimori huyó a Japón y luego fue detenido en Chile en 2005.
Tras ser extraditado a Perú, Fujimori fue condenado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad, corrupción y malversación. A pesar de estas condenas, fue liberado en 2023 debido a su deteriorado estado de salud, lo que generó una reacción mixta en la sociedad peruana.
La vida de Alberto Fujimori refleja la dualidad entre el reconocimiento por estabilizar la economía y erradicar el terrorismo, y su responsabilidad en violaciones de derechos humanos y la corrupción generalizada. Su muerte marca el fin de una era en la política peruana, pero su legado sigue dividiendo a la población del país.