Yabalia (Gaza). – La noche del miércoles se ha registrado como una de las más sangrientas desde que Israel retomó su ofensiva sobre la Franja de Gaza. Al menos 70 personas han perdido la vida en los bombardeos que impactaron en varios hogares del norte del enclave, en un ataque que ha dejado tras de sí devastación y sufrimiento, principalmente entre los niños y mujeres.
«Todos han muerto», dice un sobreviviente de los ataques israelíes en el norte de Gaza, un hombre que se encontraba en el Hospital Indonesio, en Beit Lahia, donde los equipos de emergencia trasladaron los cuerpos de las víctimas. El ataque fue particularmente devastador para varios clanes familiares, entre ellos los Meqbel, cuya familia sufrió la pérdida total: «No ha sobrevivido ninguno», afirma Hasán, quien perdió a su hermana, a sus sobrinos y a otros familiares.
Los bombardeos cayeron sobre casas, como la de la hermana de Hasán, donde vivían varios miembros de la familia, incluidos cuatro niños. Ninguno sobrevivió. Las escenas en el hospital son desgarradoras: los pasillos están llenos de cadáveres, las ropas de los fallecidos están cubiertas de sangre, y los gritos de los sobrevivientes resuenan en un lugar abarrotado de dolor.
«Nos despertamos con la noticia de que dos proyectiles habían impactado en la casa. No estaban involucrados con Fatah ni con Hamás, simplemente les cayó el cohete. No sé por qué», dice Hasán, tratando de comprender la magnitud del ataque.
La tragedia se extiende más allá del norte de Gaza. En el sur, en la localidad de Jan Yunis, al menos 13 personas también murieron en ataques aéreos, sumando un total de 83 muertes solo en esa noche.
Desde el inicio de la guerra en octubre de 2023, más de 52.900 personas han perdido la vida, la mayoría niños y mujeres, y más de 119.700 han resultado heridas, según datos del Ministerio de Sanidad gazatí.
La comunidad internacional está observando mientras los líderes árabes se reúnen con figuras internacionales como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pero muchos palestinos, como Hasán, se sienten abandonados: «Nos mandan dinero y aviones, pero nadie se preocupa por el pueblo palestino», expresa, lamentando la falta de apoyo concreto en medio del sufrimiento.
El dolor se ha vuelto parte del día a día para muchos de los supervivientes. Yihad, otro miembro de la familia Meqbel, sostiene en sus brazos el cadáver de su sobrino, un niño pequeño que murió junto a su madre y hermanos en otro ataque. «Esto ya se hizo un hábito. Nos dicen que alguien se hizo mártir y respondemos ‘pues en paz descanse’. Ya somos solo cifras para el mundo», comenta con lágrimas en los ojos.
Los hospitales de Gaza enfrentan una grave crisis: la escasez de medicamentos, unidades de sangre y recursos médicos pone en peligro la vida de los heridos. «Vi a un niño de cinco años gritando porque no había sedantes. No tenemos nada», denuncia Yihad, quien también señala que los sobrevivientes no pueden recibir la atención que necesitan debido a la saturación del sistema de salud.
Mientras tanto, la situación de los heridos empeora. Niños con rostros ensangrentados esperan ser atendidos en condiciones precarias, mientras el caos y la desesperación continúan en las calles de Gaza.
La guerra sigue dejando una estela de dolor y muerte, mientras la comunidad internacional parece ajena al sufrimiento de una población atrapada en un conflicto que no parece tener fin.
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