REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Los nativos digitales, como se conoce a las generaciones ‘Y’ (millennials) o ‘Z’ (centennials), son los principales consumidores de teléfonos móviles. El celular es una extensión de ellos mismos, como una pierna o un brazo.
Desesperan si les queda 1% de batería y nunca se lo olvidan, lo llevan a todos lados. Los estudios indican que llegan a pasar casi la mitad del día con ellos en la mano conectados a Internet. Hacen todas sus actividades a partir del celular: se comunican con amigos, usan redes sociales, escuchan música, hacen la tarea escolar, buscan información, juegan en red. Pero detestan hablar por teléfono.
Recientes estudios la definen como la “generación muda” o “mute generation”: se refiere a los jóvenes entre 14 y 25 años, criados en plena revolución tecnológica, que usan intermitentemente el celular para establecer comunicación a través de mensajería instantánea, aplicaciones, redes sociales, etcétera, pero evitan a toda costa realizar llamadas telefónicas.
Según los resultados de la encuesta Generation mute, millenials phone call statistics, realizada a 1, 200 personas por la compañía BankMyCell, el 81% de los millennials evita a toda costa hacer llamadas por teléfono o tienen que prepararse antes de marcar porque les causa ansiedad. De la misma manera, recibir una llamada les parece una intrusión a su vida personal y prefieren interactuar vía WhatsApp. El 63% de los jóvenes plantean la excusa “no noté que sonaba y vibraba” como una razón para evitar su llamada, seguida de un 12% que culpa a la mala señal del teléfono.
Además, la mayoría tiene su celular en silencio o vibración y muy pocos activan los tonos de llamada. Otro informe reciente realizado por la consultora Sensor Tower, centrado en los hábitos de los adolescentes británicos, advierte que la instalación de aplicaciones de tonos de llamadas bajó un 20%. Y que la mayoría prefiere tener su smartphone en silencio o en vibración, ya sea en la universidad, el trabajo o la propia casa.
¿Es una generación muda? ¿O prefieren no hablar, sólo usar textos, imágenes o memes, en lugar de su voz? ¿O saben distinguir entre situaciones en las que amerita una conversación, un audio, un texto o una imagen? Para reflexionar acerca del uso del celular por parte de los adolescentes argentinos y los prejuicios de los adultos, Infobae consultó a especialistas en cultura juvenil, tanto desde el uso de las Tecnología de la Información y Comunicación (TIC) como desde la mirada de las nuevas tendencias de marketing y opinión entre los jóvenes.
Roxana Morduchowicz es especialista en cultura juvenil, doctora en Comunicación de la Universidad de París, asesora principal de la Unesco en Ciudadanía Digital y autora del libro “Adolescentes, participación y ciudadanía digital”, publicado a mediados de este año. ¿Por qué rechazan hablar por teléfono?, le pregunta Infobae.
“Hay varios motivos”, responde y explica: “El primero es que los adolescentes menores de 18 años viven en un mundo de pantallas como nunca antes lo vivió otra generación. Más que nunca, cuentan con más medios, soportes y herramientas (redes sociales, email, línea, etc) solo a los fines de comunicarse. La necesidad de comunicarse con amigos, compañeros, referentes, es la misma que tenían las generaciones anteriores, pero los modelos son completamente diferentes”.
“La vida cotidiana y las actividades básicas de los adolescentes menores de 18 años está atravesada por las tecnologías y las pantallas. Esto es fundamental para comprender sus vínculos. Hay una gran transformación en la manera en la que se comunican: no se comunican menos que los de antes, pero sí lo hacen en otros soportes, básicamente el celular”, afirma Morduchowicz.
La especialista apunta que, entre las pantallas, la más importante, la de mayor presencia, es el celular, fundamentalmente por su carácter portátil. Una reciente investigación realizada en varios países, incluida la Argentina, concluye que el celular es la tecnología que los adolescentes más extrañarían, más que la tablet, computadora y la televisión, si mañana desaparecieran. Y en la medida en que el acceso a Internet sea de 100% en Argentina, el celular será la pantalla más importante y terminará siendo la pantalla única, algo que ya sucede en Europa y Estados Unidos.
Describe Morduchowicz que “la función más importante del celular es la comunicativa”. Y señala:
“Adultos, padres y docentes, suelen pensar que la presencia de las pantallas los aísla, y no es así, la comunicación es la función principal. Las redes sociales son el principal uso que hacen los adolescentes en el mundo, fundamentalmente para comunicarse con los amigos, tan importantes en esta etapa de la vida, de los que tienen que buscar su amor, que ya no es como el amor condicional de los padres. En segundo lugar, ellos buscan información, por inquietudes personales (deporte, música, danza) y también consignas de la tarea escolar”.
Para la experta en cultura juvenil, se trata de la generación multitasking. “No coincido con el concepto de generación muda”, asegura. “Lo que sí entiendo es que tienen otras maneras de vincularse. La sociabilidad sigue siendo tan importante como era en el siglo XX, lo que ha cambiado es la manera. Los cambios cuestan, sobre todo a la generación precedente (padres, docentes, abuelos), siempre pasó, por ejemplo, a la generación de la radio con la llegada de la televisión”.
“No tienen motivos lógicos para hacer una llamada telefónica porque la principal manera de relacionarse es a través de las redes sociales: se comunican en tiempo real para hablar de sus vidas, compartir imágenes, sumar amigos, comentarios. Uno de los valores de hoy es la popularidad, que también era importante en el siglo XX, pero ahora la posibilidad de sumar amigos que brindan las redes sociales es mayor: confirma ese deseo de sumar muchos amigos, amigos de amigos, trascienden los límites de espacio. Antes eran amigos de la escuela, el barrio, el club”.
“Entonces, -sigue Morduchowicz- no ven la necesidad de hablar por teléfono. Además, está el tema de la autonomía, la independencia y la privacidad. La llamada invade la privacidad de los chicos mucho más que la red social, que no solo no los invade, y para la cual tienen que dejar hacer otra cosa. El 90% de los adolescentes combina y yuxtapone, prácticas simultáneas, escuchan música, hacen la tarea, se vinculan, todo al mismo tiempo. Esto es una marca generacional, no hay una baja en el rendimiento escolar por esto y no hay ninguna investigación consensuada que lo señale. No podrían hacer varias cosas en simultáneo si atendieran una llamada que requiere el 100% de la atención”.
El pasado 4 de octubre, cuando una interrupción global de siete horas “apagó” Facebook, Instagram y WhatsApp, muchos quedaron “sin saber qué hacer”. Algunos se sumaron a Telegram, a otras apps o esperaron a que los servicios se reestablecieran, pero hablar por teléfono no fue una opción.
Infobae consultó a Marcela Czarny, fundadora y presidenta de Chicos.net, una organización civil sin fines de lucro que desde 1998 impulsa el uso seguro y responsable de las Tecnología de la Información y Comunicación (TIC) en niños, niñas y adolescentes.
Y ella tiene una anécdota respecto a la reciente caída masiva. “Estábamos por iniciar el curso de activismo digital en el que participan adolescentes de 16 a 20 años de distintas organizaciones sociales. De repente se cayó todo, y de 30 alumnos solo entraron 2, que se enteraron por mail que les enviaron los adultos de las instituciones. Los otros no se enteraron. No tienen en cuenta a la llamada tradicional como una herramienta”.
Ante la pregunta si los adolescentes están perdiendo la capacidad de conversar, Czarny piensa y responde: “Vemos chicos que hablan con oraciones más cortas, cuando escriben muestran una capacidad acotada, pocas palabras y también cómo sintetizan contenidos en frases que expresan en memes, lo que muestra una gran capacidad de síntesis.
“¿Es bueno esto?”, se pregunta Czarny y reflexiona: “Cuánto hay de una falencia de educación potente y abarcativa y cuánto hay de una elección generacional, es decir ver por dónde la comunicación de los adolescentes. No es ni bueno ni malo; no rasgarse las vestiduras y decir qué mal está la juventud.
El punto es desde donde se hace el análisis: hay buenos memes que tienen la capacidad de síntesis que no la tiene el Libro Gordo de Petete; no hace falta hacer grandes investigaciones, hay que trabajar cómo intervenir en esto y mejorar la calidad de la comunicación. Lo importante es expandir el universo desde el cual los chicos se comunican, y en esto es central el rol de los adultos, sin bajar la exigencia de la educación y el compromiso, pero siendo empáticos también”.
¿Por qué deberíamos tener que usar el celular para hacer llamadas?, se pregunta Virginia Borrajo, profesora universitaria y psicóloga de la UBA, HR talent manager del Estudio de RRHH Locht, y autora del ebook “HrMakers: La guía práctica de agilidad para Recursos Humanos”.
Y en su respuesta explica: “Aquellas generaciones que empezamos a utilizar el celular como un devenir de la comunicación del teléfono en línea, el primer uso que le dimos al celular tenía que ver con la llamada telefónica y también tenía que ver quizás en un nivel más avanzado evolucionado con la posibilidad de enviar mensajes de texto. Desde estas generaciones, personas que hoy tienen más de 30 a 35 años en adelante, tenemos la expectativa de pensar que los adolescentes tendrían el mismo uso en relación al celular, lo cual es completamente erróneo: los adolescentes no tienen un registro del patrón de uso de teléfono de línea como forma de comunicación”.
“En este sentido, -continúa Borrajo, en diálogo con Infobae- en vez de etiquetar y estigmatizar las capacidades de los adolescentes, me parece que el desafío es repensar qué capacidades tenemos los padres, docentes, profesores, consultores en construir un significado compartido con los que son adolescentes hoy, o los que están dejando la adolescencia para entrar al mundo de los adultos. Repensar si tenemos la flexibilidad suficiente como para poder construir un entorno de comunicación posible o con ellos en base a sus propias creencias, al mundo que vieron construir y al futuro que tienen que desafiar. Y si en realidad lo que hacemos no es imponer los métodos del pasado entendiendo que es la única forma de conversación posible”.
“En el uso que hacen del celular, los adolescentes eligen los ritmos de la comunicación y, de alguna manera, marcan en qué momento responder y en qué momento no, distinto al llamado operante que cuando llega se tiene que atender de manera instantánea. Entonces, mi propuesta tiene más que ver con pensar y construir un entorno de significados compartidos con ellos, cuáles serían las mejores formas de comunicación posibles para que ambas generaciones se encuentren”.
Mariela Mociulsky, fundadora y CEO de Trendsity y presidenta de Saimo (Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión), es una gran conocedora de las generaciones de millennials y centennials, a las que describe como generaciones empoderadas: porque saben que el cambio es casi lo único constante, que tendrán que construirse su futuro manteniendo un aprendizaje continuo para no perder vigencia, con distintos desafíos en cada estrato de nivel socioeconómico.
También los describe como protagonistas de cambios que consideran importantes como la inclusión, la diversidad, el mayor cuidado del planeta y de los animales. Y destaca que valoran la posibilidad de trabajar en red, en colaboración, porque saben que pueden aprender de otros.
Entonces, para afrontar tantos frentes, encuentran en la tecnología y en las herramientas que les provee, un aliado imprescindible. “Buscan optimizar su conocimiento y uso y actualizarse constantemente -indica Mociulsky-.
Por estas razones valoran mucho el ‘time management’, gestionar su tiempo según sus intereses. Quieren tiempo para disfrutar el presente, el día a día, experimentar, estar con sus amistades, conocer. Por todo esto, en general, son exigentes en cuanto a calidad, servicio y experiencia como usuarios, tanto en los productos como en servicios que consumen”.
En diálogo con Infobae, señala Mociulsky que “podría pensarse que se trata de generaciones que prefieren no hablar, que sólo utilizan textos, o que vuelven a los ‘jeroglíficos’ usando imágenes o memes, en lugar de su voz. Sin embargo, hemos observado en nuestras investigaciones, que hacen una distinción clara entre las situaciones en las que amerita una conversación, un audio, un texto o una imagen. Evalúan la importancia del tema, la relación, la urgencia, y hasta la pertinencia del momento. Tienen muy naturalizado el uso del chateo que les permite ahorrar tiempo para otros intereses y por eso se impacientan cuando se sienten invadidos por llamados que podrían evitarse, que no encajan en su clasificación, o que no fueron consensuados. Una llamada sin avisar o preguntar si es posible, equivale para un baby boomer o generación X, a recibir un llamado a las 3 am: inadecuado excepto que sea realmente urgente”.
“Los avances tecnológicos -remarca la especialista- siempre cambian nuestros hábitos, a las generaciones anteriores pueden parecerles ‘mudos’ porque tienen menos conversaciones sincrónicas, pero en realidad se expresan y producen mucho contenido y también están constantemente conectados. Quedó muy claro durante los momentos de mayor aislamiento, cuánto extrañaron poder encontrarse y hablar con sus amigos, cuánto valoran la presencialidad”.
“Si bien tal vez no hablan tan seguido por teléfono con sus pares ni padres o abuelos, se conectan de múltiples formas y hoy pueden saber dónde están, si la están pasando bien, qué película vieron, dónde fueron de vacaciones, con quienes están. Los abuelos, que son baby boomers, pueden saber y compartir mucho más de la vida de sus nietos que si solamente tuvieran que esperar que los llamen por teléfono”, plantea Mociulsky a modo de ejemplo de balance intergeneracional.