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Gran decepción

El multimillonario escándalo de corrupción descubierto en la FIFA, que increíblemente se venía produciendo desde hace más de 20 años, revela hasta qué punto las mafias no respetan ni se detienen ante las actividades sanas y recreativas como el deporte.

El 27 de mayo quedará penosamente registrado en la historia deportiva como el día más triste para el fútbol, que es el deporte de mayor atracción a nivel mundial.

La noticia de la detención de un grupo de dirigentes de la FIFA acusados de soborno, chantaje, fraude y blanqueo de dinero ha estremecido al mundo y particularmente a América Latina, uno de los principales escenarios donde se cometieron todas estas barbaridades.

Ahora sabemos que producto de todas estas maniobras delictivas, el perjuicio mayor recayó sobre las pequeñas federaciones de fútbol que bien pudieron tener un mejor y apreciable impulso en su desarrollo de no haber sido víctimas de esta red que se aprovechaba de la FIFA para traficar y enriquecerse.

Tal como han señalado analistas y algunos de los principales periódicos de incidencia internacional, ha quedado seriamente cuestionada la credibilidad del organismo que se suponía era dirigido para la salvaguarda del prestigio del fútbol y de los millones de fanáticos que siguen este apasionante deporte.

Los cargos son contundentes, de acuerdo a los datos iniciales dados a conocer de la trama destapada por la fiscalía de Estados Unidos, el FBI y la agencia tributaria estadounidense contra la federación internacional que gobierna desde 1904 los destinos del fútbol mundial.

Sin embargo, lo insólito e inexplicable es ¿por qué esta mafia de tanta envergadura no fue descubierta antes y tuvo que esperarse más de dos décadas para comenzar a ponerle término?

Mientras millones de fanáticos seguían con ardor los campeonatos del fútbol, que además del deporte propiamente es también un negocio multimillonario por los derechos de transmisión y todo lo que envuelve la asignación de sedes a los campeonatos mundiales, los directivos de la FIFA se aprovechaban para hacer acciones dolosas en su provecho.

La forma espectacular en que fueron detenidos, durante redada en un hotel de cinco estrellas en Suiza, en un estilo semejante a los arrestos de gánsteres en Estados Unidos e Italia, ha venido a confirmar las sospechas de corrupción en las concesiones de los negocios afines a la organización de los campeonatos internacionales.

Después de este feo episodio, es de esperar que la imagen del fútbol pueda recuperarse con una renovación de la dirigencia de la FIFA donde prime la decencia y la integridad en lugar de negocios ilícitos y oscuros, ajenos por completo a la diafanidad que debe tener el deporte.

 

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