Gran reto

Los diputados tienen ante sí un reto bastante complicado y de difícil resolución para salir indemnes de las posiciones diametralmente opuestas en el ánimo público con respecto al tema del aborto en el Código Penal.

¿La gran interrogante es cómo lograrán los señores legisladores salir de este gran desafío sin exponerse a las fuertes reacciones de parte de los sectores que no sean complacidos o satisfechos en sus exigencias?

Ese riesgo será siempre inevitable porque los diputados no disponen de medios o de una fórmula mágica para complacer por igual a los que están a favor o en contra de las observaciones del presidente Danilo Medina al Código Penal.

¿Cómo autorizar, por ejemplo, el aborto terapéutico que con sus razones, discutibles o no, sugieren entidades defensoras de los derechos de la mujer y también médicos, en el entendido de que en este crucial tema hay consideraciones científicas que deben ser también tomadas en cuenta?

En otro sentido y con igual complejidad, ¿cómo evitar la contrariedad de grupos religiosos si se aprobara la observación, tal cual fue remitida por el Ejecutivo, ya que estos sectores la consideran un atentado a la vida, bajo el argumento de que ésta comienza desde el seno materno?

Desde ese ángulo, en que coinciden tanto miembros de la iglesia católica como de congregaciones cristianas, cualquier forma de interrupción del embarazo sería un atentado a la vida y se prestaría para perjudiciales interpretaciones, aun en supuestos casos en que por complicaciones médicas la vida de la mujer estuviera en peligro de muerte.

Desde la óptica de quienes apoyan los derechos de la mujer a tomar decisiones sin restricciones respecto a su vida y su futuro, el aborto terapéutico garantizaría legalmente un mecanismo para que menos féminas mueran por interrupciones realizadas de forma clandestinas y sin una oportuna y eficiente intervención médica.

Estamos, en consecuencia, en medio de un drama donde hay en juego consideraciones morales, éticas, legales, emocionales y de derechos contrapuestas y que, por tanto, resultan totalmente irreconciliables.

De lo que no hay duda es que los diputados no pueden tomar serenamente su decisión bajo las intensas presiones, de un lado y de otro, que se han intensificado día a día en las últimas semanas, aunque se dice que ya habrían recibido una línea partidaria. De todas las formas, lo prudente es esperar y desechar las especulaciones.