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Guerrillero de la libertad

El mejor tributo póstumo a Hamlet Herman ha provenido en estos días de diferentes sectores y personalidades que destacan su trayectoria y aportes a la vida social, institucional y política de la nación, aunque quizás estos reconocimientos debieron tributárseles en vida de una forma más auténtica y merecida.

Algunos medios han identificado a Hermann como un exguerrillero, en referencia a los episodios del desembarco de Playa Caracoles con Francisco Alberto Caamaño Deñó, pero en realidad nunca dejó de ser un guerrillero en pro de la libertad, en contra de los abusos y en favor de la justicia social.

Como escritor y columnista se había distinguido por la defensa de las libertades públicas y como crítico de las debilidades institucionales, de la corrupción y de otros males sociales que abaten a la sociedad dominicana y siempre lo hizo con la valentía de convicciones muy firmes.

Cuando tomó las armas, primero en la revolución de abril de 1965 junto al héroe nacional Caamaño Deñó y luego acompañándolo en la expedición guerrillera, Hermann estuvo persuadido de que actuaba en defensa de la libertad y de la soberanía nacional y no temió arriesgar su vida en esa empresa.

Fue un polemista que no rehuía el debate y la confrontación de ideas, llegando a defender su pensamiento y lo que planteaba en sus libros, algunos de los cuales suscitaron grandes controversias, sobre todos aquellos en que hacía enfoques históricos con pinceladas autobiográficas.

Hasta aquellos que en algún momento lo confrontaron en cuanto a sus ideas terminaron respetando al hombre que dio claras demostraciones de fidelidad a los principios en favor de los derechos humanos y de los valores patrios.

Otro gran aporte suyo fue haber participado en la fundación de la AMET y de las pautas y objetivos que le dieron original y en varias oportunidades se quejó de que ese organismo había sido apartado de los lineamientos con que fue creado para regularizar el tránsito y evitar el caos citadino.

El jurista Negro Veras, entrañable amigo y compañero de luchas liberales de Hermann, dijo que con su ida el país deja de contar con un dominicano por entero,  y  el movimiento revolucionario mundial a un  internacionalista a carta cabal.

Claudio Caamaño, quien mantuvo grandes diferencias con Hermann, dijo que fue un hermano, unidos por los lazos del amor a nuestro país y la capacidad de sacrificio, que demostró en la gesta de 1965, ya que  no se acomodó a su nivel intelectual, sino que se puso a las órdenes como instructor.

Recordó que cuando muchos le dieron la espalda a Caamaño en Cuba al momento de que se acercaba la fecha decisiva, Hamlet nunca dudó de su compromiso, dejó su vida de catedrático y director del Colegio Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo para vestir el uniforme de los que avanzan a vencer o morir.

El país ha perdido a un gran dominicano, pero su trayectoria y legado a la bibliografía nacional constituyen un ejemplo a seguir por las presentes y futuras generaciones para no dejarse influir por visiones angostas y particularistas y en cambio comprometerse de forma decidida en la lucha nunca concluida en pro de un país más justo, humano y solidario donde la desigualdad social no tenga cabida.

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