Redacción.- La compatibilidad sanguínea es un aspecto clave para realizar transfusiones seguras, ya que el tipo de sangre determina quién puede recibir sangre sin riesgo de reacciones adversas.
Los glóbulos rojos son células que circulan por la sangre a través de venas y arterias, y cuya función principal es transportar oxígeno a todo el cuerpo. En su superficie presentan antígenos, que son proteínas responsables de determinar el tipo de sangre de cada persona.
Hasta el momento se han identificado más de 360 antígenos en los glóbulos rojos, pero los más importantes son el antígeno A, el antígeno B y el factor Rh. De acuerdo con la presencia o ausencia de estos antígenos, los tipos de sangre se clasifican en A, B, AB y O, y cada uno puede ser Rh positivo (+) o Rh negativo (-).
Por ejemplo, una persona con sangre tipo A Rh positivo presenta antígenos A y Rh. En cambio, quien no presenta ninguno de estos antígenos tiene sangre O Rh negativo, también conocida como sangre «cero negativo».
La compatibilidad entre tipos sanguíneos es crucial para evitar reacciones transfusionales, que pueden poner en riesgo la vida del paciente. Estas reacciones ocurren cuando el sistema inmunológico del receptor identifica la sangre transfundida como una amenaza y la ataca.
Afortunadamente, las reacciones son prevenibles gracias a los análisis de compatibilidad realizados por los bancos de sangre. Además, el personal de salud monitorea cuidadosamente a los pacientes durante y después del procedimiento para actuar ante cualquier señal de alerta.
Conocer los tipos de sangre permite anticipar la compatibilidad, como muestra la siguiente tabla:
El tipo de sangre O Rh negativo es considerado el donador universal, ya que sus glóbulos rojos no presentan ningún antígeno, lo que evita reacciones inmunológicas en el receptor. Sin embargo, menos del 10 % de la población en México posee este tipo de sangre, por lo que sus unidades son extremadamente valiosas, especialmente en situaciones de emergencia.