La formación política en red, interactiva y generadora de una actualización del pensamiento político entre los jóvenes dominicanos exige un tipo de instructores, guías y maestros con características innovadoras.
Ser conductor de un proceso de construcción de conocimiento horizontal e interactivo implica asumir conceptos de la pedagogía liberadora, de aquella iniciada por Paulo Freire hace más de 40 años, bajo el paradigma de la educación popular, adaptándolas a nuestra realidad y el sentido de la época.
La idea no es, adoctrinar a los participantes, sino más bien inducir un proceso de reflexión colectivo e individual hacia un cuerpo de nociones, conceptos, criterios y valores que han de normar la práctica política del futuro inmediato, y a más largo plazo en la sociedad dominicana.
Desde luego, un proceso como éste tiene el riesgo de que entre la práctica política concreta y la acción formativa se produzcan desfases. Pero ese problema, que es común a cualquier proceso de formación masiva, puede atenuarse o reducirse al mínimo si entre las acciones formativas abiertas, en red, masivas y la acción política cotidiana hay una interacción constante. Ese es el último aspecto relevante: instructores, formadores, guías y maestros dentro de este proceso formativo que hemos descrito en los artículos anteriores, tienen que ser organizadores o actores políticos porque no se trata de un proceso académico, sino de un proceso político para la construcción de la visión política del siglo XXI.
Un proceso como el que concebimos, producirá tensiones y hasta conflictos: pero éstos serán los que enriquecerán y actualizarán nuestro pensamiento y práctica políticas.
Tenemos una oportunidad, debemos aprovecharla.
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