Hacia un objetivo común

GuerreroAunque no han sido específicamente sus palabras, en varias presentaciones públicas, el presidente Danilo Medina ha resaltado la importancia de trabajar en la búsqueda de soluciones conjuntas a los problemas básicos de la nación. Si esta aspiración compartida en el ámbito privado, llegara a formalizarse, se daría un paso de enorme trascendencia en nuestra vida institucional.

El camino al desarrollo y la prosperidad no es otro que aquél en que todas las fuerzas organizadas ponen de lado sus diferencias, por serias que sean o parezcan, en aras de una meta común. Muchos ejemplos así lo indican. Irlanda, en medio de una de las más cruentas, desgarradoras y antiguas guerras civiles, lo hizo y pudo zafarse del estancamiento, superando lastimosos niveles de miseria que permitieron convertirla en una nación próspera dentro de la Unión Europea. A despecho de sus enormes e históricas rencillas regionales, y vestigios aún latentes de una conflagración intestina que dejó más de un millón de muertos, España encontró en la consigna de “unión en la diversidad” una vía segura al desarrollo, al mejoramiento de las condiciones de vida de sus ciudadanos y un lugar de prestigio en el viejo continente.

No estoy del todo seguro de que en las condiciones de rispidez en que se encuentran las relaciones en el ámbito político nacional, un esfuerzo en esa dirección pueda tener éxito. Pero un viejo dicho popular nos recuerda que no hay peor diligencia que aquella que no se hace. De manera que se daría un paso fundamental si Medina, como líder y jefe del Estado, o del que llegara a sustituirle, se centrara en aunar voluntades en la búsqueda y logro de ese gran objetivo nacional.

Una vieja aspiración de una sociedad consciente de que sólo cuando sepultemos nuestra inveterada vocación por la rencilla estéril y unamos esfuerzos hacia una meta común, el país podrá abrirse las puertas del futuro.