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27 Abril 2024

HAITÍ: Agua y Foresta

En muchas ocasiones se ha dicho con sobrada razón que cuanto ocurre al otro lado de la frontera, de una u otra forma se refleja en el nuestro. Y posiblemente nunca antes esa apreciación ha cobrado mayor sentido de realidad que en la presente coyuntura.

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Un estudio llevado a cabo por el Centro de Periodismo Investigativo y  el principal diario de Haití, Le Nouvelliste, ha puesto al descubierto los graves problemas de abastecimiento de agua potable que confronta su sufrida población.

Según la investigación la falta del preciado recurso de vida afecta a casi seis millones de habitantes, lo que representa alrededor del 40 por ciento de la población estimada en quince millones, todos calculados en números redondos en un país que carece de medios estadísticos adecuados y confiables, y donde gran parte de sus pobladores no dispone siquiera de documentos válidos de identidad.

El problema es tanto la limitación de acuíferos de que dispone Haití debido a total deforestación que presenta hasta un noventa y ocho por ciento de su territorio, como a los deficientes mecanismos de control para garantizar un suministro racional del agua. Esto permite la apropiación de su mayor parte por empresas privadas que la extraen sin permiso y de manera ilegal de los 18  pozos existentes para abastecer el área metropolitana de Puerto Príncipe.

El hecho de que la población de la urbe reciba tan solo 110 mil metros cúbicos de agua de los 300 mil que requiere para abastecer sus necesidades más elementales, da una idea del alcance de la apropiación ilegal a que es sometida el vital recurso. Se trata de una de las tantas modalidades de corrupción que padece el empobrecido conglomerado vecino.

Problema adicional que agrava la situación y se convierte en un serio peligro sanitario de vastas proporciones, se refleja en un estudio que data de los años 2014 y 2015.  Este evidencia que el 68 por ciento de los 300 recursos hídricos que abarcó la investigación presentó altos niveles de contaminación.

Debido a la falta de acceso al agua dos millones de personas en Haití no disponen de baño en sus hogares y unos tres millones defecan al aire libre.  Un hábito que algunos inmigrantes haitianos particularmente la ilegal, ha seguido practicando en ocasiones en suelo dominicano.

Si traemos parte de los resultados del citado trabajo de investigación no es en lo absoluto con el ánimo de denigrar al pueblo vecino sino de recordar la trágica condición de vida que arrastra,  sometido a un persistente y hasta ahora irresoluto sistema de creciente empobrecimiento y atraso, acentuado por la explotación inicua a que ha sido sometido por un puñado de insaciables oligarcas  contando con la criminal  complicidad de autoridades y una clase política minada por la más descarada corrupción.

Y al mismo tiempo, por otra parte, llamar la atención sobre la forma en que esa penosa realidad pudiera afectarnos de diferentes maneras, dado que formamos una inevitable unidad geográfica, aunque bien diferenciada tanto desde el punto de vista humano como en la riqueza y conservación de los recursos naturales.

Una vista aérea del lugar que marca la frontera natural entre ambos, permite apreciar a simple vista la enorme diferencia que presenta el lado situado al oeste de la isla  deforestado en su casi totalidad, y el que ocupa nuestro país donde son visibles los macizos montañosos, que pese al vandalismo y el conuquismo, muestran amplias zonas de intenso verdor.

Frente al riesgo mayor que estamos supuestos a enfrentar debido a los cambios provocados por el avance del cambio climático que ya se están dejando sentir y seguirán agudizándose, no podemos ignorar la penosa realidad de Haití en términos de agua y foresta y la forma en que ello  pudiera afectarnos, dado que ocupamos el mismo territorio insular lo que nos  impone como ejercicio de elemental sobrevivencia y sin el menor asomo de discrimen adoptar las necesarias y mayores medidas de prevención.

En muchas ocasiones se ha dicho con sobrada razón que cuanto ocurre al otro lado de la frontera, de una u otra forma se refleja en el nuestro. Y posiblemente nunca antes esa apreciación ha cobrado mayor sentido de realidad que en la presente coyuntura.

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