Estos entierros, con dos cuerpos adultos y tres jóvenes, constituyen el primer hallazgo de la época precerámica en esta zona, logrado por los expertos del Proyecto de Investigación Arqueológico de Menocucho (PIAM), a cargo de la excavación arqueológica.
LIMA.– Arqueólogos peruanos descubrieron entierros prehispánicos inéditos de aproximadamente 4.500 años de antigüedad en el interior del valle del río Moche, en la región La Libertad.
Este hallazgo representa el primer registro de este tipo en la zona, lo que sugiere que sociedades complejas habitaron también el interior del valle, y no solo las zonas costeras, como se creía hasta ahora.
El descubrimiento fue realizado por el Proyecto de Investigación Arqueológico de Menocucho (PIAM) en la Zona Arqueológica Monumental Castillo de Jesús María, en Trujillo. Los investigadores encontraron cinco cuerpos humanos: dos adultos y tres menores, todos enterrados a unos dos metros de profundidad, en un contexto funerario propio de la época precerámica.
“En el piso había un corte circular que llevaba a una edificación en medio círculo, y dentro de ella, otro corte circular, lo que indicaba la existencia de una tumba”, explicó a EFE el arqueólogo y director del proyecto, Aldo Watanave.
En el primer espacio funerario fue hallado el cuerpo de un hombre adulto, enterrado en una tumba de más de tres metros de ancho y largo, con forma de media luna. Según Watanave, la dimensión del entierro sugiere que se trataba de “una persona importante, quizá un líder”.
El cuerpo estaba acompañado de ofrendas simbólicas: un mortero y una mano de moler, dos pendientes con la cruz del sur, y una valva marina sobre su pierna izquierda.
Fuera de esta tumba principal, se encontraron los restos de tres menores: dos niños de entre 8 y 12 años y un neonato, cuyo sexo no pudo determinarse por el estado de los huesos.
La segunda tumba, circular y más pequeña, contenía otro cuerpo adulto. El único objeto asociado fue una piedra circular colocada a la altura del corazón. Según los expertos, podría tratarse de una mujer con posible vínculo con el recién nacido, aunque para confirmar esto se requeriría análisis de ADN y cromosomas.
Según Watanave, el “castillo” encontrado en el sitio —una estructura de 50 metros de largo, 45 de ancho y 12 de alto— estuvo pintado de rojo y azul y fue construido en cuatro fases arquitectónicas. “Encontramos hoyos para postes, lo que indica que la pirámide estaba cubierta”, detalló.
Antes de este hallazgo, Menocucho solo había sido excavado en dos ocasiones. Una de ellas reveló que, tras ser abandonado, el sitio sirvió como cementerio para pobladores de las culturas mochica y chimú.
Este descubrimiento amplía significativamente el conocimiento sobre la ocupación humana temprana en el norte peruano y evidencia que los valles interiores también fueron centros de vida, poder y espiritualidad desde épocas muy antiguas.