Si hoy o mañana emprendes un camino, sea por la costa o rumbo a la montaña, ándate despacio y lanza tu mirada hacia el cielo, hacia el frente y a ambos lados, desde lo más cercano hasta lo más profundo (la playa, el mar, los acantilados, las cordilleras altas, los arroyos, ríos, lagunas y lagos; hacia el verde en todas sus tonalidades y el azul y sus nubes)…Entonces, tírate en la yerba, de cara al cielo, cierra los ojos, haz una pausa en tus tribulaciones ciudadanas y en los amargos sentimientos que deja toda esperanza fracasada: ¡Estás en el país más hermoso de este mundo! Nunca olvides el privilegio de vivir en esta tierra.