Ayer presencié, con gran asombro, un acontecimiento extraordinario en este país de grandes potentados a todo lo ancho del Estado; de altos funcionarios yipetuses con guardespaldas, abrepuertas, cargabultos y lambones; de obscenas ostentaciones frente a la pobreza; de negación rotunda de toda humildad burocrática; de derroche sin límites del dinero nuestro. ¿Saben con qué hecho inimaginable me topé en pleno mediodía?: ¡Guarocuya Féliz, director general del Banco Nacional de las Exportaciones, sin intención de allantar a nadie conduce por calles y avenidas (él solo, sólo él y sin escolta) un modesto compacto europeo…y respeta los semáforos!