Hipólito en coche

Unos hombres arrogantes con escopetas en manos se lanzan abruptamente de unas camionetas como si fueran a enfrentar a un suicida iraquí arropado de dinamita en una plaza pública. Se emplazan, miran con recelo para todos los lados y humillan hasta quien ose mirarles.

Pero ni cerca están de aquel escenario de guerra sin fin para hombres y mujeres valientes. Otra habría sido su actitud si se vieran frente a pares decididos a conversar con el discurso de las balas. Están aquí, son los “policías” de la Alcaldía de Santo Domingo Este, y su espectacular despliegue no es para proteger a los comunitarios de la grave delincuencia que refuerzan la falta de alumbrado público y de vigilancia policial. Menos para iniciar una jornada de construcción y reconstrucción de aceras; ni para podar árboles; ni barrer y lavar las calles; ni para partir un bizcocho de cumpleaños; ni para compartir inquietudes…

Son los espalderos de uno tipos henchidos de poder que en sectores del municipio, como Bello Campo, Isabel II, Villa Faro, Alma Rosa y Duarte, colocan de manera indiscriminada un contenedores que, en definitiva, son centros de transferencia de basura.

A principio de diciembre, el alcalde Juan de los Santos anunció el plan de recolección de desechos “Limpia” a un costo de 400 millones de pesos. Con bombos y plastillos dijo a la prensa que el proyecto piloto comenzaría en Alma Rosa y Ozama, para lo cual contaban con 1,900 contenedores, 20 camiones “robots” recolectores y tres camiones lavadores. El consorcio Higiene Integral es responsable.

Una costosa campaña publicitaria comenzó de inmediato con  actores que resaltan las bondades de esa genialidad, al parecer más con el propósito de pagar silencios y reducir críticas que empoderar a la comunidad como supuesta beneficiaria. Mas ésta no ha sido tomada en cuenta para este millonario plan motorizado con dinero de los contribuyentes.

Un simple recorrido periodístico demuestra de entrada el malestar que ha creado “Limpia”. Porque mucha suciedad es lo que ha llevado a sectores que nunca se han caracterizado por sacar basura a las calles sin importar la eterna negligencia de la Alcaldía. Además del obstáculo para el tránsito que representan tales zafacones colocados en sitios inadecuados, ahora son guaridas de sabandijas, comederos de perros realengos, escondites de delincuentes y chimeneas de fetidez permanente en las narices de las residencias.

Está prohibido quejarse, sin embargo. ¡Cállese que usted no sabe de eso! Es la primera frase que brota de los impertinentes.

En el más grande municipio del Gran Santo Domingo, el candidato oficialista Danilo Medina carga sobre sus hombros dos azares que debería enfocar cuando faltan ocho meses para las elecciones: el malísimo servicio y el maltrato a los usuarios por parte del distribuidora de electricidad Ede-este y los contenedores-retretes de la Alcaldía. Son dos maquinitas excelentes para restar votos.

Si no actúa a tiempo, el fuerte candidato del Partido Revolucionario Dominicano tal vez no necesite mucho esfuerzo para ganar. Con callar va en coche.