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23 Abril 2024

Hipólito y la convención

El candidato presidencial del PRD  para las elecciones del 2012 será Hipólito Mejía.  Cada vez menos personas tienen dudas al respecto.

La corriente de simpatía que está despertando todos los días entre las mujeres, la juventud y los adultos, es indetenible. No hay vuelta atrás. Las encuestas contratadas por empresarios, medios de comunicación, el gobierno y hasta por “la embajada”, lo dicen. Hipólito ganará mucho a poco.  Y Miguel Vargas lo sabe.

Tratar de controlar la Comisión Organizadora de la Convención en todos los centros de votación para intentar revertir la voluntad popular lejos de ser una solución a los graves problemas que ya tiene Miguel, es agravarlos.

Buscar, donde quiera que sea y de la forma que sea, dinero para, emulando a Leonel Fernández, comprar las elecciones internas, es poco aconsejable en las circunstancias actuales. Hipólito no será parte de “una guerra de papeletas” para comprar votos, pero tampoco permitirá que nadie, no importa de cuantos millones de pesos disponga, le juegue sucio comprando la voluntad popular aprovechando la pobreza y miseria de  la mayoría de los militantes y simpatizantes del PRD.

Hipólito no quiere más ventajas que las que ofrece el voto democrático de la gente. Hipólito no quiere controlar la Comisión Organizadora de la Convención, ni el centro de cómputos, ni los demás organismos de votación en las provincias y municipios. Hipólito quiere equidad, igualdad de condiciones entre todos los candidatos. No quiere más, pero tampoco menos que los otros. Es por eso  su respaldo a Emmanuel Esquea Guerrero, Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino Dipp. Tres figuras connotadas del PRD que no pertenecen a los grupos en pugna por la presidencial del país.

Hipólito aspira a una Comisión Organizadora de la Convención diáfana, independiente, que asuma su rol con responsabilidad, sin aceptar presiones ni chantajes de ningún sector. Hipólito quiere predicar con el ejemplo.  No quiere una Junta Central Electoral independiente y honorable para las elecciones generales, pero una Comisión Electoral del PRD que responda a sus intereses, como pretenden otros.

En el PRD, ni en el país, existe institucionalidad. Miguel tiene secuestrada la democracia  y la institucionalidad del PRD, mientras Leonel hace lo mismo en el país y en el PLD. El 75% de la dirección del PRD no ha sido elegida aún. ¿De qué institucionalidad habla Miguel? ¿De la que él es dueño y señor? ¿De la qué él controla desde su oficina? ¿Esa institucionalidad, que le pertenece, que dirige, manda y ordena, es la qué pretende dirija los trabajos de la Convención, y que Esquea, Hugo y doña Milagros sean simples observadores de la masacre y el fraude electoral?  As no puede ser.  La democracia es otra cosa. Es participación de todos en igualdad de condiciones, es respeto por los demás, es pluralidad, es libertad. En la democracia la minoría se subordina a la mayoría. Esa es la regla de oro. No es posible ser juez y parte en un proceso electoral democrático.

Para que la Convención del PRD sea “una fiesta de la democracia”, sin traumas y sin divisiones, que garantice la unidad, es necesario un proceso diáfano, transparente, donde los resultados no sean objetados por ninguno de los participantes. Es la única manera de llevar la procesión en paz, como dirían los cristianos.

En tal sentido es oportuno saludar la propuesta de la Comisión Organizadora de la Convención de  equilibrio y una equidad, de tal manera que ninguno de los grupos tenga ventaja sobre los otros. De igual modo es saludable que Miguel Vargas haya aceptado el dictamen de esa Comisión, como lo hizo desde el principio Hipólito y Luis Abinader.

Hipólito propuso, en una carta a la Comisión Organizadora de la Convención un pacto de unidad y de respeto a los candidatos. Luis Abinader está de acuerdo.  Ojalá que Miguel, que ya pactó con el presidente Leonel Fernández, lo haga con sus compañeros de partido para evitar males peores dentro de su partido. Sería ideal.

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