SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Fernando Arturo de Meriño, nació el 9 de enero de 1833, en el poblado de Antoncí, en Yamasá. Fue Arzobispo de Santo Domingo, además, se destacó en su época, como el mejor orador del país y llegó a ser presidente de la República Dominicana.
Fue el mayor de los diez hijos del labrador Pedro María Meriño y María Bruna Ramírez. Su familia se trasladó al año siguiente a la capital, donde hizo sus estudios básicos, y en 1848 formó parte del primer grupo de trece alumnos del recién fundado Colegio Seminario Santo Tomás de Aquino. En 1853 inició los estudios de Derecho Civil en el Colegio San Buenaventura. A los 23 años de edad, el 24 de abril de 1856 recibió el sacerdocio de manos del arzobispo Tomás de Portes, y el 3 de mayo celebraría su primera misa en la Catedral.
Una vez fallecido el arzobispo Portes, se convirtió en Gobernador Eclesiástico, cargo en el que permanecería hasta un año después de que la República se convirtiera en una provincia más de la monarquía española. A su expulsión, respaldada por la reina Isabel II de Borbón (11 de abril de 1862), viajó a España, expuso su caso a la reina, y esta le permitió residir en Puerto Rico. Allí se encargaría de la parroquia de Guayama (1864-1865).
Luego se trasladó a Venezuela, donde permaneció cuatro meses antes de regresar a su país en 1865. Poco duró su estancia esta vez – apenas dos semanas como cura de Sabana de la Mar-. Se instaló en Santiago de Cuba como párroco de San Fructuoso (Barranca), hasta que el Gobierno del general José María Cabral en 1866 lo invitó a volver al país. Ese mismo Gobierno le designó ministro plenipotenciario ante la Santa Sede para la concertación de un Concordato (8 de abril de 1867).
La Asamblea Nacional lo eligió presidente de la República, y asumió el poder por solo dos años el 1º de septiembre de 1880, hasta el primero de septiembre de 1882.
Inmediatamente después asumió la rectoría del Instituto Profesional de Santo Domingo (1883-1902), y dos años más tarde sería Administrador Apostólico de la arquidiócesis de Santo Domingo convirtiéndose enseguida en arzobispo en 1885, cargo que ocupó durante 21 años, hasta 1906.
Limitado en sus fuerzas físicas, sobre todo a partir de 1904, con la indiscutible ayuda que supuso el coadjutor con derecho a sucesión Adolfo Alejandro Nouel, se redujo cada vez más a su residencia, cumpliendo entonces sus bodas de oro sacerdotales.
Falleció en Santo Domingo el 20 de agosto de 1906.
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