REDACCIÓN.- Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental con el objetivo de concientizar acerca de lo importante que resulta el bienestar de la mente para el óptimo desarrollo de todos los individuos.
Esta efeméride fue propuesta por la Federación Mundial para la Salud Mental y apoyada e instaurada por la Organización Mundial de la Salud.
El propósito de esta fecha es visibilizar el trastorno mental más grave que están padeciendo los miembros de la sociedad global, para generar un conjunto de estrategias que sirvan de apoyo a estas personas y les permita sobrellevar su enfermedad o curarse definitivamente.
La salud mental constituye una parte importante y esencial de la salud. Más allá de la ausencia de enfermedades, se refiere a un estado de completo bienestar y está determinada por múltiples factores que pueden ser sociales, psicológicos, biológicos y de personalidad.
La prevalencia de enfermedades de salud mental ha aumentado y la pandemia del Covid-19 incrementó los casos, sin que a la fecha se pueda medir la verdadera magnitud de la crisis causada por ésta. De ahí la importancia de aprender más sobre la salud mental y cómo preservarla.
Sin duda, la salud mental es indispensable para tener un estado de salud óptimo. Tener control sobre las emociones, pensamientos y comportamientos, sumado a la sensación de bienestar consigo mismo y hacia los demás, es esencial para afrontar de una mejor manera la vida. Para proteger tu salud mental, es importante tener presentes las siguientes recomendaciones:
– Evita la negatividad.
– Mejora tus hábitos alimenticios.
– Aprende a manejar tus emociones.
– Realiza ejercicios de respiración.
– Prefiere las actividades que invitan a la relajación y la tranquilidad.
– Cada día, dedica tiempo a realizar una actividad que te agrade.
– Involúcrate en labores sociales.
– Construye relaciones sanas.
– Destina tiempo para la actividad física.
Si bien cada afección tiene sus propios signos y síntomas, es importante estar atento a las siguientes señales para determinar si es necesario recurrir a la atención profesional:
– Cambios en los hábitos de alimentación.
– Alteraciones en los hábitos de sueño.
– Incapacidad para afrontar los problemas de la vida diaria.
– Sensación de desconexión de las actividades normales.
– Pensamientos inusuales.
– Dejar de compartir con personas o situaciones que solía disfrutar.
– Evidenciar niveles de energía muy por debajo de lo normal.
– Ansiedad excesiva.
– Sentimientos de tristeza o apatía prolongados.
– Pensamientos suicidas o de daño a otros.
– Abuso de sustancias psicoactivas.
– Cambios bruscos de humor.
– Ira o comportamiento violento.