El pasado año con la finalidad de ractivar la economía que permanecía estancada durante los primeros meses, la Junta Monetaria acordó y el Banco Central dispuso la liberación de parte de los fondos de encaje legal de los bancos comerciales, tomando en cuenta que el monto de estos superaba con mucho el diez por ciento establecido como garantía en la Ley Monetaria y Financiera. No fue una medida por la libre, sino que dichos recursos fueron especializados principalmente hacia las áreas productivas.
Los efectos positivos no se hicieron esperar. La banca comercial dispuso de una buena cantidad de fondos crediticios que permitieron dinamizar el hasta entonces ralentizado movimiento de la economía en forma muy superior a los estimados más optimistas, al punto de cerrar el año con un espectacular índice de crecimiento del 7.2 por ciento, el más elevado de la región y el continente, y entre los mayores a nivel mundial.
Este año estamos confrontando una situación similar, y aún superior reflejada en el comportamiento de las actividades económicas que registraron un 4.7 por ciento de incremento en el primer semestre, por debajo de las estimaciones originales para el 2019, cuando tanto las de la CEPAL como del propio Banco Central coincidieron en pronosticar un crecimiento de entre un 5.0 y 5.5 por ciento.
Obviamente las circunstancias son diferentes, ya que en esta ocasión se produjeron situaciones que no concurrieron en el 2018, y que a no dudar fueron factores que influyeron de manera adversa en el comportamiento económico durante los meses iniciales del año.
Uno de ellos, el más evidente, los efectos de la negativa campaña sufrida por la pujante e importante industria turística, sobre todo en los Estados Unidos que constituye su principal y más atractivo mercado. La evidencia la ofrece el hecho de que la cantidad de visitantes norteamericanos descendió en más de noventa mil con una pérdida estimada superior a los cien millones de dólares. Por vez primera en todos estos años, se interrumpió el crecimiento sostenido en la llegada de turistas que registró una baja de 0.5 por ciento, la cual no fue mayor gracias a que en cambio aumentó la de dominicanos residentes en el exterior.
Otro elemento estimado es el efecto adverso que sobre el normal desarrollo de los negocios se atribuye al período de aguda tensión política generada en torno a la posible modificación de la Constitución a fin de posibilitar un nuevo período de gobierno al presidente Danilo Medina, lo que al final fue descartado por el mandatario.
De ahí que con el mismo buen criterio del pasado año, la Junta Monetaria adoptara nuevamente la disposición de liberar fondos del todavía excedido encaje legal poniéndolo a disposición de la banca comercial con el fin de ampliar la oferta crediticia hacia determinados sectores, principalmente productivos. Al igual que la vez anterior el impacto ha sido beneficioso tal como detalla el Banco Central en la publicación que acaba de dar a conocimiento público a través de la prensa matutina.
Del total autorizado de 34 mil 364.3 millones de pesos, ya se ha desembolsado el 49.7 por ciento, o sea prácticamente la mitad. Los sectores que han hecho más pronto y mayor empleo del crédito son por su orden: Consumo personal y vehículos 76.7 por ciento; la Manufactura 76.1; la Exportación con un 72.2; el Comercio y Pymes, el 69.2; Agropecuario 68.5; y, Construcción y Viviendas 14.8.
Al dar a conocer estos datos tan precisos, el Banco Central no solo da notación de responsabilidad y transparencia, sino que alienta la posibilidad de que la economía se dinamice y permita cerrar el año con el estimado inicial de un 5 a un 5.5 por ciento de crecimiento, lo que tomando en cuenta los factores adversos antes señalados habría que considerar como un importante logro.
Esperemos que así sea.
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