SANTO DOMINGO.- Actualmente existen en el mundo 422 millones de personas viviendo con diabetes, de esa cifra 14 millones corresponden a personas que viven en México, lo que hace a nuestro país ocupar el sexto lugar a nivel mundial y el segundo en América latina.
La diabetes es una de las enfermedades crónicas complicadas que en los últimos años la cantidad de casos ha aumentado en un 10% de acuerdo con los datos proporcionados por las estadísticas de vigilancia epidemiológica de nuestro gobierno.
Sin embargo, poco se habla del impacto emocional que esta enfermedad provoca en el paciente desde el momento en que reciben el diagnóstico, entre las preguntas más frecuentes que el paciente realiza a su médico se encuentra: ¿me voy a curar?, ¿cuánto tiempo puede vivir un paciente con diabetes?, ¿qué puedo comer?, entre otras. La diabetes es una enfermedad que no tiene cura, pero puede controlarse, sin embargo, parece ser algo que no todos los pacientes logran comprender.
Efectivamente dentro de los puntos clave para el control del azúcar en sangre, la dieta y el ejercicio son pilares claves, pero cómo aceptar que la enfermedad recién diagnosticada es causada por una sustancia adictiva que “insospechadamente” abunda en prácticamente todas las comidas y bebidas y que no podemos ver con claridad su cantidad, sin embargo, de hoy en adelante va a dictar cada aspecto alimenticio en nuestras vidas.
Cuando a un paciente se le dan todas las recomendaciones necesarias para poder vivir con la enfermedad no siempre se le da importancia, orientación y seguimiento al impacto psicológico y emocional que el paciente desarrolla al recibir el diagnóstico de una enfermedad sin cura y con la que tendrá que convivir y aprender a sobrellevar el resto de su vida.
De los primeros sentimientos que el paciente desarrolla ante su nueva realidad, la negación parece ser el más frecuente, otros suelen optar por minimizar la importancia de la enfermedad, o simplemente suelen sentir ansiedad, soledad, depresión y el sentimiento de culpa por haber desarrollado la enfermedad.
Si bien la familia es un pilar fundamental para ayudar a sobrellevar la enfermedad y hacer la carga más ligera en los desafíos por venir, tanto alimenticio, como físico y emocional, no siempre se pueden ganar todas las batallas.
Cuando el paciente siente el apoyo familiar y la disposición a formar parte activa en los cambios alimenticios que forman parte de la nueva realidad del paciente, se desarrolla la sensación de comprensión, pertenencia y que no todo está perdido para el paciente.
Sí la familia se compromete entonces el apoyo que siente el paciente puede traducirse a una mejor expectativa de vida. Por el contrario, cuando la familia no proporciona el apoyo necesario para sobrellevar el duelo que implica esta enfermedad, el paciente tarda más en aceptar su nueva realidad y realizar los cambios acordes con las nuevas necesidades, cambios que no son a corto plazo sino crónicos y por tanto este tiempo valioso que se pierde entre el duelo y la resignación puede significar un deterioro temprano de las funciones vitales del cuerpo, provocando una pérdida de la calidad de vida del paciente y una menor esperanza de vida.
Es esencial que la familia sea un soporte vital para la nueva situación de salud que el paciente debe enfrentar, ya sea que en la familia existan otros casos con el mismo diagnóstico o sea una nueva enfermedad que se desarrolla en la familia, el apoyo en los cambios que el paciente debe hacer en su vida es de suma importancia para lograr controlar la enfermedad y prevenir las complicaciones a largo plazo, además de ser fundamental para la estabilidad emocional del paciente.
¿Qué podemos hacer para apoyar a un familiar con diabetes? La autoestima será fundamental, pero es muy fácil perderla y difícil mantenerla. La crítica que subestima la enfermedad y sus complicaciones a futuro no abonan a resolver el problema tampoco.
Ayudar realmente puede significar algunos sacrificios que no todos pueden mantener, por ello estas son algunas sugerencias que se pueden poner en práctica como familiar de un paciente diabético:
• Eliminar o disminuir la presencia de alimentos o bebidas altas en azúcar en casa
• No llevar a casa lo que compra o consume que sea “tentación” para el familiar con diabetes
• Experimentar nuevas formas de cocinar con menos azúcar
• Utilizar algunos sustitutos de azúcar que sean permitidos por el médico
• De ser posible, comer los alimentos como los comerá el familiar diabético
• Es difícil asistir a una fiesta o estar en la calle sin tener contacto con alimentos altos en azúcar, quizá tendrán que llevar tus propios alimentos a los eventos sociales
• Ser soporte y hacer consiente a su familiar con diabetes que si presenta ansiedad le podrá avisar para que lo apoye en ese momento y/o tener a la mano algún alimento permitido que le ayude a salir de esa situación.
Dentro del aspecto emocional, el papel que juega la sociedad también es relevante en la aceptación que siente el paciente ante su nueva enfermedad, por lo que, es necesario concientizar a la sociedad a través de programas de apoyo y educación para tener un impacto positivo sobre cómo abordar el control de la alimentación para que la diabetes deje de ser una enfermedad silenciosa en la sociedad.
Tal vez, ayudará la creación en restaurantes de menús enfocados para ellos, educación a familiares, así como la atención por un equipo multidisciplinario que incluye la atención psicológica.
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