SANTO DOMINGO.- A pesar de que países como República Dominicana no estén participando en el conflicto armado que ocurre en suelo ucraniano tras la invasión de Rusia, la guerra puede tener un impacto psicológico en las personas, sin mencionar los efectos que enfrentan aquellos en los territorios asediados.
Para los que nos encontramos lejos del país afectado y no participamos en el conflicto, se puede dar el fenómeno denominado «Modelo Vicario, que por medio de la empatía logramos «sentir el sufrimiento y el dolor de las personas como si fuera el nuestro», explicó el psicólogo Luis Vergés durante su participacion en el segmento El Anillo Familiar de El Despertador.
De acuerdo con lo expuesto por el profesional de la salud mental, otros síntomas colacterales que se pueden padecer son la ansiedad, angustia y el sentimiento de incertidumbre producto de desconocer las implicaciones de la guerra y cómo afectará económicamente.
Para aquellos que sufren directamente el conflicto bélico, es aún más complicado, ya que los efectos pueden perdurar toda la vida y su modus vivendi cambia de manera drástica y de forma repentina, señaló Vergés, al indicar que la Ley Marcial, obliga a los hombres a responder al llamado de lucha de su nación, mientras mujeres y niños salen de su país sin saber que pasará después o entran a refugios.
Esta situación conocida bajo el nombre «Traumas de guerras» presenta dos componente, el primero, el estrés agudo, con una duración aproximada de 3 días a un mes, es un síndrome que consiste en problemas para conciliar el sueño, muchas pesadillas, irritabilidad, falta de concentración, trastorno del estado anímico, el individuo no siente placer por nada, se separa de la realidad y comienza a fantasear con una realidad deseada; dañando el cerebro y la mente, argumentó el especialista.
Por otro lado, el estrés postrauma es cuando los síntomas anteriores no desaparecen al transcurrir un mes y dan paso a disfunciones, discapacidades e inoperancias de todo tipo, agregó Vergés.
Para el profesional, recuperar la solidaridad con los desplazados que pudieran estar en cualquier parte del mundo y no disponen de un soporte económico, familiar, sin amistades ni familiares; indefensos y con altas posibilidades de un deterioro de su salud mental, es uno de los pasos que debe asumir el mundo y la sociedad para reducir el impacto de la guerra.
Luego, aunque consideró que debe ser el primer paso, priorizar a las personas más vulnerables a estos traumas, como ancianos, niños, etc. En el caso de los infantes, Luis Vergés recordó como los organismos internacionales los privilegian, no solo para lograr su supervivencia física sino también psicológica hasta que sea posible ofrecerle una mejor calidad de vida.