El país no anda bien. En una democracia donde la libertad y la convivencia armónica deben estar regidas y garantizadas bajo el imperio de la ley, uno de los sentimientos más frustratorios para los ciudadanos es la inseguridad y la impotencia frente a la galopante criminalidad.
Contrario a lo que las autoridades pretenden negar cada vez que estamos ante una nueva oleada delictiva, la inseguridad ciudadana no es simple percepción, sino el temor cada vez más generalizado de que cualquiera puede ser víctima de una acción criminal sin importar la hora, el lugar o el día.
Este sentimiento, real e incontrastable, por encima de estadísticas acomodadas con comparaciones y cotejos cuestionables, se puso nuevamente de relieve en el caso que ha estremecido a San Pedro de Macorís y al país en su conjunto por el asesinato a tiros de dos locutores en una estación de radio de esa provincia.
Perpleja ante un hecho espeluznante y de características propias de países como México, una de las naciones más peligrosas para el libre ejercicio de la comunicación, la gente no acaba de salir de su asombro y con razón piensa que podamos estar frente a una nueva modalidad criminal que podría repetirse si el caso no es resuelto y esclarecido sin que quede un cabo suelto.
Ante la ausencia de una explicación oficial concreta y sustentable sobre el móvil del doble crimen, es inevitable que comiencen a surgir conjeturas de tintes verosímiles o novelescos, por lo que se impone que las autoridades se empleen a fondo establecer fehacientemente si el agresor o los agresores actuaron a título personal o por encargo.
A parte del hecho de por sí penoso porque estamos en presencia del asesinado de dos profesionales de la locución, ha surgido una preocupación que va más allá del sangriento episodio.
Por el hecho de que en el programa Milenio Caliente se difundían noticias y comentarios de la actualidad nacional y, temiendo que el objetivo haya sido silenciar a un medio independiente, ya se han producido pronunciamientos por parte de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) Y el Colegio Dominicano de Periodistas.
Interpretando el sentir de muchos ciudadanos que temen por sus vidas y la de los suyos y como madre y periodista, quisiera en esta noche preguntar a usted, señor Presidente Danilo Medina: ¿qué hará su gobierno para prevenir y detener esta espiral, para que nuestras familias no estén a merced no solo de rateros en las calles, sino también del crimen organizado que cada vez gana más terreno en medio de la impotencia colectiva? Ojalá que en su rendición de cuentas del 27 de Febrero podamos obtener alguna respuesta a esta creciente inquietud.
Estamos cansados de anuncios de planes; queremos vivir en un ambiente seguro y sin sobresaltos.