Sobre la corrupción, dije en un Club Rotario hace años que estimo equivocado sólo resaltar sus terribles efectos negativos y abogar por mano dura para combatir la impunidad. Propuse que conviene mucho procurar también que la sociedad alcance mayor prosperidad y fortalezca el imperio de la ley.
Salir de la pobreza y cumplir la ley disminuyen más la corrupción y aseguran que cada infractor padezca alguna consecuencia, que cualquier cacería de brujas. Combatir la corrupción no debe ser un objetivo en sí mismo como instrumento de desarrollo, sino fomentar la prosperidad. No propongo cesar el empeño de aplicar justicia, que tanta popularidad representa para el gobierno del presidente Abinader. Empero, hay cuestiones prácticas y concretas que podrían enriquecer a muchísimos ciudadanos de manera honesta, quienes serán abanderados del imperio de la ley.
Ningún país pobre podrá jamás tener mejores escuelas, hospitales, transporte público, servicios básicos como electricidad, acueductos y recogida de basura, seguridad y orden público. Lo que más corrompe a cualquier sociedad, aparte de la impunidad, es la pobreza.