En 1980, hace ya cuarenta años, el país cabalgaba sobre una relativa situación de estabilidad monetaria, cambiaria y fiscal, y habían transcurrido siete años desde el traumático 1973.
El 1973 fue un año de inimaginable ascenso de los precios del petróleo. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el oro negro subía de precio.
En realidad desde 1971 los mercados internacionales mostraban alzas producto de las devaluaciones del dólar que había decretado en agosto de aquel año el gobierno del presidente Richard Nixon de los Estados Unidos.
En la República Dominicana el gobierno del presidente Joaquín Balaguer y el Banco Central dirigido por el doctor Diógenes Fernández adoptaron en esa época las medidas correctas y el país salió de las precariedades coyunturales que generaba la inestabilidad internacional.
Experiencias Aleccionadoras
Pero volvamos al 1980, cuando existía estabilidad relativa con nubarrones que se proyectaban a los años futuros inmediatos. Como se vio después entre los años 1984-1985 y posteriormente entre 1990-1992.
No olvidemos que en 1979 el país sufrió las consecuencias traumáticas del huracán David y la tormenta Federico.
En todas esas crisis anteriores siempre el factor internacional, lo que los economistas denominan el choque externo, el elemento que no controlamos, estuvo siempre presente como causa fundamental de la crisis económica.
Las crisis que ha sufrido la economía dominicana desde aquella época fueron superadas esencialmente con la aplicación de medidas fiscales, monetarias y crediticias adecuadas para superar la coyuntura.
Sugerencias de Acciones Inmediatas
Con el COVID – 19 y sus efectos sanitarios vivimos circunstancias inéditas. Nunca antes vistas. En los últimos meses soportamos los efectos de la crisis provocada por la guerra en Ucrania.
Sin embargo, el pueblo, la nación, las mujeres y los hombres de la República Dominicana hemos salido airosos de la devastación del ciclón de San Zenón en 1930, de las invasiones extranjeras y de los malos resultados de las guerras civiles y de nuestras estériles divisiones políticas y sociales del pasado.
En tal virtud, es urgente que trabajemos en iniciativas para poner a producir a todas las personas que habitan en el territorio de la República Dominicana.
Me permito sugerir algunas acciones que desde deberíamos pensar en implementar dadas las limitaciones que les están imponiendo al mundo las consecuencias económicas mundiales que han desatado la pandemia del COVID – 19 y la guerra en curso.
Mis sugerencias:
1. Emplazar a los políticos que desde el año 1980 hasta la fecha se han enriquecido lícita e ilícitamente, a poner sus “ahorros” a disposición del Gobierno y del Banco Central. Se les dará una amnistía y el Congreso Nacional mediante ley establecerá los procedimientos.
2. Los empresarios que hayan expatriado capitales al exterior, serán incentivados por ley del Congreso a transferirlos en préstamo al Banco Central de la República Dominicana.
3. El Gobierno y todos los sectores nacionales, empresariales, políticos y sociales, deben acordar un plan de rescate y desarrollo de la economía dominicana para el período 2022-2032.
Es indudable que la tarea de mantener el ritmo de crecimiento y desarrollo de la economía dominicana requerirá que se tomen esas medidas heróicas.
Con Dios Siempre.