Infierno en La Victoria

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Aunque no se trata de nada nuevo, el drama por eso no deja de ser estremecedor para cualquier visitante ocasional. Es la penosa realidad de hacinamiento, inmundicia y penurias en que sobreviven los reos de La Victoria, la cárcel más vieja y superpoblada del país.

Con instalaciones para 2 mil retos, este presidio cuenta con un promedio de 8,500, aunque la cifra varía diariamente. O sea, más de un 400 por ciento, por encima de su capacidad.

Además de las precariedades de toda índole, con presos durmiendo en baños, una cifra revela una falla fundamental que impide descongestionar el penal y ventilar a tiempo los casos en los tribunales: más de un 62 por ciento de la población de La Victoria cumple prisión preventiva.

Esa es precisamente la mayor queja externada por los internos durante nuestra visita de un día al penal, que aunque cuenta con programas educativos para ayudar con la rehabilitación, resultan insuficientes para dar cabida a una gran parte de la población carcelaria.

Para dormir como la gente y con cierta dignidad, hay que pagar cifras que en la mayoría de los casos sobrepasan la capacidad de los bolsillos de los internos, aunque hay reos que alquilan sus propias camas y dominan este negocio.
Otros se encomiendan a Dios, y es que la protección espiritual ayuda a sobrevivir cuando se está en tierra de nadie, sumidos en la insalubridad, el calor y la oscuridad.
A todas luces, a la Victoria es fácil entrar, pero difícil salir.
Por primera vez entramos a los baños. La insalubridad es palpable a primera vista, pero no sería lo peor durante nuestro recorrido.

Algunos reos duermen como animales, colgados de un lado a otro. Sobreviven como pueden, amontonados, Increíblemente, otros parecen de cierta forma resignados a la desgracia que les ha tocado.

Las riñas sangrientas entre reclusos aún se producen, haciendo allí la vida más difícil, violenta y peligrosa. Evitar que se filtren todo tipo de armas parece ser una tarea complicada, solo cuentan con 240 agentes para las tareas de control y vigilancia, debían ser 800.

Sin embargo, no todo son nubarrones y amarguras para los reos. Algunos tienen la posibilidad de aprovechar el tiempo en prisión para aprender un oficio. Hay cupo para 398 reclusos en la Escuela Vocacional Técnica, pero esto representa menos de un 10 por ciento de la población de la victoria que puede participar.

Aun así es mucho lo que debe emprenderse con programas y recursos para humanizar el ambiente y el trato en La Victoria, con la finalidad de que los internos con condenas definitivas no se degraden física y emocionalmente en lugar de rehabilitarse. Es quizás una quimera pero hay que seguir luchando para que cárceles como esta dejen de ser cementerios de hombres vivos.