El fortalecimiento institucional de los sistemas de control migratorio en el país depende en gran medida de la confiabilidad de quienes lo aplican, por encima del ordenamiento dispuesto en leyes y reglamentos.
Decimos esto porque, a pesar de la controvertida sentencia del Tribunal Constitucional y del proyecto de naturalización que se enviara al Congreso, la frontera con Haití sigue siendo la línea imaginaria que hemos tenido durante décadas.
Esto no se debe, obviamente, a la falla ninguna legislación, sino a viejas debilidades y actos de corrupción que permiten el tránsito irregular a través de la línea divisoria, además del hecho de que El Masacre se Pasa a Pie, como dice el gráfico y revelador libro del escritor Freddy Prestol Castillo.
La gestión del general Santo Domingo Guerrero Clase ha logrado fortalecer la efectividad con que el Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (Cesfront) puede cumplir sus delicadas funciones, pero la tarea es ardua y difícil pues se enfrenta a males ancestrales.
Es sabido que pagando alguna suma de dinero, todavía algunos indocumentados logran pasar la frontera o quedarse de este lado y que hay militares que, por dejadez o conveniencias se hacen de la vista gorda, vicios que solo se pueden vencer con personal íntegro y sanciones ejemplarizadoras.
Los controles migratorios no pueden ser aplicados de forma selectiva o en determinadas coyunturas para producir un efecto mediático, sino que tienen que realizarse de forma drástica y sostenida.
Un incidente registrado en Dajabón cuando fue detenido un autobús público repleto de pasajeros, algunos de ellos madres de familia con niños pequeños, reveló la forma improvisada, arbitraria y poco profesional en que se realizan las labores de inteligencia en la zona.
Cuando el autobús salía de la ciudad de Dajabón, en un puesto de control un individuo sin ninguna vestimenta o inscripción que lo identificara, paró el vehículo y lo a bordo de forma tan violenta que los pasajeros pensaron que se trataba virtualmente de un asalto.
Mientras el vehículo era llevado a la fortaleza local, se armó una fuerte discusión entre el sujeto y militares que iban de pasajeros que, al igual que otros ocupantes, se quejaban por la forma en que se realizaba la operación.
La manera en que se hizo la revisión en el recinto militar diciendo “los dominicanos a un lado”, pero sin pedirles identificación, solo por los rasgos para ubicar a los haitianos, no contribuye en nada a disipar las denuncias que se hacen a nivel local e internacional de supuestas prácticas abusivas y violatorias de los derechos de los haitianos.
La inmigración ilegal tiene que ser combatida conforme a las leyes nacionales, pero debe realizarse de forma global, abarcando a extranjeros ilegales de cualquier original y nacionalidad y, sobre todo, sin métodos arbitrarios y trogloditas.
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