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¿Interés general o grupal?

El hecho de que mediante maniobras, artimañas y juego de intereses grupales no se haya podido aprobar la ley de partidos, empantanada sobre la forma de hacer primarias, abiertas o cerradas, es una viva demostración de que la clase política quiere seguir, como hasta ahora, sin ningún tipo de regulación y sin la obligación de rendir cuenta de sus actuaciones.

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El hecho de que mediante maniobras, artimañas y juego de intereses grupales no se haya podido aprobar la ley de partidos, empantanada sobre la forma de hacer primarias, abiertas o cerradas, es una viva demostración de que la clase política quiere seguir, como hasta ahora, sin ningún tipo de regulación y sin la obligación de rendir cuenta de sus actuaciones.

En medio de este penoso espectáculo, que contradice el proclamado avance democrático e institucional del país, los políticos de todas las tendencias y colores tienen el descaro de decir que sus acciones son guiadas por el interés general.

Con este pretendido argumento, que nadie cree por la falta de correspondencia entre lo que se proclama y lo que finalmente se hace, los políticos y los partidos subestiman la capacidad de los electores para saber cuándo se les trata de confundir con juegos de palabras.

En medio de este panorama y las implicaciones y temores para el próximo proceso electoral , la Iglesia católica ha hecho un llamado para que  una Ley de Campaña Electoral, le ponga fin al dispendio de recursos en la vida política partidista y que paute el financiamiento y los tiempos de las campañas proselitistas”.

La Conferencia del Episcopado Dominicano, máximo organismo de la Iglesia, toca un punto espinoso, neurálgico y de una importancia capital para el futuro político del país, al abogar por que desaparezcan radicalmente las prácticas corruptas del enriquecimiento ilícito, a través del ejercicio de la política.

El presidente Medina y el expresidente Leonel Fernández también han intervenido en el debate, pero a diferencia de la Iglesia, que no tiene candidatos preferidos, sus pronunciamientos son recibidos con cierto recelo y cautela, sobre todo cuando se invocan argumentos relativos al interés general. Es tiempo de que se entienda que la República Dominicana es de todos los dominicanos y no de determinados litorales políticos.

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