El panorama se ha complicado muy negativamente para Irán que de proyectarse como la víctima, por el ataque con drones estadounidenses que causó la muerte del general Qassem Soleimani, pasa a proyectarse como una de la más graves amenazas que enfrenta el mundo civilizado.
Si alguien sabía desde el primer momento que el avión de Ukraine Internacional Airlines, había sido derribado por ataques de misiles iraníes era precisamente Irán pero quiso enmascarar el trágico acontecimiento, hablando de posibles desperfectos mecánicos, e incluso negándose a entregar la caja negra bajo el pretexto de que Estados Unidos no lo merecía por el asesinato de Soleimaní.
Sin embargo, tanto el primer ministro de canadiense, Justin Trudeau, como el Departamento de Estado de los Estados Unidos, declararon al poco tiempo que tenían evidencias de que el avión había sido impactado por misiles de Irán, teniendo el cuidado de adelantar que el hecho pudo haber sido accidental, y para que no quedara dudas, filtraron un video con imágenes del ataque a los principales medios informativos estadounidenses.
Ante lo innegable es que Irán entiende que su encubrimiento era la peor posición que podían mantener, y surge lo que para muchos era inesperado: admiten su responsabilidad.
“Hoy, el comandante de la Fuerza Aeroespacial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, el general Amir Ali Hajizadeh, asumió este sábado la completa responsabilidad por el derribo del avión ucraniano.
“Ojalá me hubiera muerto yo y que este incidente no hubiera ocurrido. Desde el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán aceptamos toda la responsabilidad y estoy dispuesto a ejecutar cualquier decisión que adopte el estamento (clerical)”, dijo ante los medios y a través de un discurso publicado en la agencia de noticias iraní Mehr.
Las consecuencias van desde desmoralización ante el propio pueblo iraní del que eran parte 82 de los pasajeros fallecidos, hasta un grave compromiso político e indemnizatorio con países que no pueden dejar transcurrir el hecho sin consecuencias como lo son Canada, con 63 fallecidos; Suecia con diez; Afganistán con 4 y Alemania e Inglaterra con tres cada una, más once miembros de la tripulación que eran ucranianos.
Con la admisión de lo innegable tanto la línea aérea como los fabricantes de la aeronave quedan exentos de responsabilidades tanto penales como civiles, pero hay una cuestionante que tendrían que hacerse las líneas que sobrevuelan el espacio iraní, qué garantías tienen sus operaciones donde pueden producirse barbaridades de esa magnitud.
Se comprueba una vez más que Estados Unidos y sus aliados tienen razones de sobra para objetar el armamentismo nuclear de Irán, porque realmente representa un peligro para la humanidad, y la muerte de Soleimani para a un segundo plano, porque el propio Irán en vez de trabajarla como un instrumento para generar solidaridad de la comunidad internacional y repulsión a Estados Unidos, la ha servido en su contra.
No haber tomado la precauciones para que el que pudo haber quedado reflejado ante el mundo como una de las manifestaciones de duelo más masivas que se hayan presenciado no derivada en una tragedia con 53 muertos, deja muy mal parada una teocracia que el primer peligro de inseguridad lo representa para su propia gente.
A su victimario, Donald Trump, Irán lo convierte en un héroe que ahora consecha beneficios políticos locales y mayor apoyo internacional.
Sancionar ejemplarmente a los que culparán por la tragedia no será suficiente para contrarrestar el propio ataque que se ha infligido.