Era tremendamente humano y un buen revolucionario proletario que condenó la maldad y exaltó la bondad; atacó a los farsantes que tenían a Jehová como una simple marca comercial; a los que se vendieron al implacable imperio invasor; a los radicaleros que nunca aceptaron aquello de que su reino no podía ser de ese mundo (y de ahí que Judas, receloso de su liderazgo, lo traicionara por negarse a militar en la izquierda zelota). Por eso hasta su cobarde mano derecha lo negó…Y nadie comprendió por qué hasta su todopoderoso padre lo abandonó en el trance final, cuando lo ejecutaron por todo lo que hizo y predicó.