Justin Sun y el plátano de $6.2 millones

Sea como sea, Sun logró su objetivo: convertir una obra de arte efímera en un espectáculo mediático que asegura que, incluso después de ser devorada, esta pieza seguirá siendo recordada.

Redacción.- El empresario de criptomoneda Justin Sun llevó el concepto de arte absurdo a otro nivel al devorar frente a las cámaras un plátano que compró por $6.2 millones. La peculiar fruta, originalmente parte de la colección «Comedian» del artista Maurizio Cattelan, fue adquirida por Sun en una subasta en Nueva York y luego consumida como parte de un espectáculo que él mismo calificó de «icónico».

Un mordisco de historia

En una rueda de prensa en Hong Kong, Sun, de 34 años, cumplió su promesa de Instagram de comer el plátano, argumentando que este acto formaría parte de la historia de la obra de arte. “Es mucho mejor que otros plátanos,” bromeó Sun mientras daba el primer mordisco. “Es realmente bastante bueno.”

Para hacer de la experiencia algo aún más interactivo, Sun distribuyó plátanos y rollos de cinta adhesiva a los asistentes, invitándolos a participar del momento. “Todos tienen un plátano para comer,” dijo.

Un plátano convertido en arte millonario

La obra, creada por Cattelan, comenzó como un plátano de 35 centavos comprado a un vendedor callejero en Nueva York, que luego fue pegado con cinta adhesiva a una pared. Este simple gesto transformó la fruta en una pieza valorada en millones gracias a la intervención del mercado del arte y el simbolismo del absurdo.

Sun, con una fortuna estimada en $1.4 mil millones, fue uno de los siete postores que disputaron la obra. Decidió pagar el exorbitante precio porque pensó que podría “convertirse en algo grande”. Solo diez segundos después de cerrar el trato, ya había planeado comérselo, un anuncio que realizó ante sus 227,000 seguidores en Instagram.

Arte o extravagancia?

El plátano de $6.2 millones ha reavivado el debate sobre el valor y los límites del arte contemporáneo.

Mientras algunos lo ven como una genialidad que refleja la absurdidad del mercado del arte, otros lo consideran un acto innecesario de opulencia.

Sea como sea, Sun logró su objetivo: convertir una obra de arte efímera en un espectáculo mediático que asegura que, incluso después de ser devorada, esta pieza seguirá siendo recordada.