La columna de Miguel Guerrero
Durante un recorrido el domingo observé en la Autovía del Este y la del Coral a por lo menos cinco automóviles quedados por desperfectos mientras eran asistidos por vehículos y personal del Ministerio de Obras Públicas.
En algunos viajaban menores de edad y personas mayores que no podían resolver el problema sin ese tipo de asistencia. Días antes, cuando regresaba de la región oriental tras un fin de semana de descanso, al automóvil en que viajaban mi hija, su esposo y dos hijas, mis únicas nietas, en compañía de una pareja extranjera y sus dos hijos, de vacaciones en el país, se le explotó un neumático después del mediodía en un lugar solitario.
Después de varios intentos sin éxito por obtener la ayuda de la compañía de seguros a la que están afiliadas para esos casos de emergencia, llamaron al servicio del Ministerio y en dos minutos llegó una camioneta con personal técnico y policial para auxiliarlos.
La presencia de los agentes juega en estos casos un papel muy importante dado el grado de inseguridad que se vive en el país y los antecedentes de violaciones y atracos en las carreteras de los que se hacen eco con asombrosa frecuencia los diarios nacionales.
En diferentes oportunidades he leído y escuchado críticas en los medios contra el establecimiento en la actual administración de este servicio y personalmente no aprendí a valorarlo hasta la experiencia familiar que les he narrado escuetamente y lo que pude apreciar después de ella en el corredor vial del Este.
Creo que este servicio es de importancia capital porque es, en adición a lo que representa para los usuarios de las carreteras, un aporte al turismo en vista de que la seguridad del viajero extranjero en el territorio nacional contribuye a la promoción de esa industria, rica fuente de empleo y divisas. Le dije al Ministro lo mucho que aprecio como ciudadano ese servicio y espero que se extienda a todas las carreteras.