La campaña política se encuentra en estos momentos en una carrera cuya recta final será el 20 de mayo próximo, cuando los electores democráticamente irán a las urnas para elegir a un Presidente y un Vicepresidente, pero hasta el momento el pueblo desconoce, en detalles, los programas de gobierno que éstos presentarán.
Aunque algunos de ellos se presentan por la radio, la televisión, y por otros medios, hablando y ofreciendo cambios en la vida económica, política y social del país, pero hasta el momento no aportan nada nuevo, y podríamos aplicar la máxima bíblica de Salomón, que “no hay nada nuevo bajo el sol”, pero quizás haya alguna excepción.
Todos ofrecen aumentar los sueldos, de bajar el costo de la vida y de la canasta familiar, de aumentar el presupuesto de educación, de salud, la producción agropecuaria, crear fuentes de trabajo y disminuir la pobreza. Pero esas son sólo palabras de campaña, que algunos reciben y celebran, pero otros no.
Resulta increíble que en este país, donde impera la democracia política, los partidos opositores, se constituyen en furibundos enemigos de los gobiernos de turno, olvidándose de la necesidad de un proyecto de nación que satisfaga a todas las clases que integran la sociedad dominicana.
Ahora la campaña que se viene desarrollando se caracteriza, no por presentar programas de gobierno para convencer a los potenciales votantes, sino más bien en lanzar diatribas insultantes, dentro de una jornada política sucia, dirigida a cuestionar la conducta de los candidatos tanto del Gobierno como de la oposición.
Este tipo de campaña, virulenta, destemplada y por lo demás costosa, deja mucho que desear en un país que tiene más de 50 años transitando bajo el sistema democrático, y aunque no sea el mejor, es el menos malo. No debemos permitir que la democracia se contamine más de lo que está, cuando los partidos eligen candidatos que son pocos potables a la población.
Cuando el pueblo se desencanta por la pobre demostración de candidatos en la exposición de sus respectivos programas, constituye un golpe contundente a la débil democracia criolla, cuya existencia ha costado tantas vidas al país.
Los políticos criollos deben copiar de la campaña electoral realizada en España y las primarias que se llevan a cabo en Estados Unidos. En ésta última los candidatos republicanos han dado una magnífica demostración de sensatez y de moderación. En la de España, Mariano Rajoy derrotó a José Rodríguez Zapatero, con argumentos contundentes.
El país está cansado de que candidatos se acusen mutuamente de corruptos. Muchas veces los que acusan, carecen de calidad moral, y sufren de amnesia, al olvidar que también cayeron en “indelicadezas”. Durante esta campaña electoral todavía faltan muchas cosas por ver, propias del folklorismo político criollo.
Los dominicanos, que nada tienen de tontos, votan por los candidatos de los partidos que realizan obras tangibles y beneficiosas para el país. Veremos, ¿qué pasará en la recta final?
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