Lucía Leal
WASHINGTON, Estados Unidos.- La relación entre la Casa Blanca de Donald Trump y la prensa encargada de cubrirla ha comenzado con una nota tensa no solo por los reproches relacionados con su cobertura, sino también por una serie de cambios que parecen tener su origen en la guerra del nuevo mandatario al sistema establecido en Washington.
Dos días después de acusar a los medios de haber intentado «minimizar el enorme apoyo» que recibió Trump en los actos de investidura este viernes, el nuevo portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dejó claro en su primera conferencia de prensa que va a cambiar la dinámica habitual en esos encuentros diarios.
El portavoz desconcertó a los periodistas al no dar la primera pregunta a la agencia estadounidense Associated Press, que desde hace años tenía ese privilegio, y concedérsela en cambio a un reportero del diario The New York Post.
Spicer tardó un buen rato en conceder una pregunta a esa agencia y, saltándose la costumbre de dar prioridad a los diarios y televisiones nacionales sentados en las dos primeras filas de la sala de prensa, dio la vez a periodistas que se encontraban más atrás o incluso de pie en los pasillos.
También anunció que, a partir de esta semana, habilitará cuatro «asientos por Skype» en la conferencia de prensa diaria, que darán una conexión en directo mediante ese programa informático a medios que no tengan a un corresponsal en la capital.
El portavoz no explicó cómo se asignarán esos cuatro asientos, pero aseguró que con ello se pretende abrir la conferencia de prensa diaria «a un grupo diverso de periodistas de todo el país, que puede que no tengan la conveniencia o los fondos necesarios para viajar a Washington».
«Creo que eso nos puede beneficiar a todos, al dar una plataforma a las voces que no necesariamente tienen su sede aquí», añadió Spicer.
La medida llega después de que el equipo de Trump contemplara trasladar la sala de prensa, situada en el ala oeste de la Casa Blanca, a un edificio contiguo a la residencia presidencial, con el argumento de que eso daría acceso a más periodistas que normalmente no tienen espacio en las conferencias de prensa diaria.
La Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca se opuso a esa posibilidad e insistió en que la sala de prensa y las mesas de trabajo de los periodistas acreditados debían mantenerse en el ala oeste, al argumentar que eso permite un mayor acceso a fuentes dentro del círculo del presidente.
Después de una campaña en la que Trump arremetió constantemente contra los medios de comunicación «generalistas» y un discurso de investidura en el que prometió trasladar el poder «desde Washington al pueblo», la nueva Casa Blanca parece decidida a diversificar las voces que se oyen cada día en su sala de prensa.
De por sí, esa estrategia no ha afrontado por ahora demasiada resistencia entre los periodistas acreditados en la Casa Blanca, pero a algunos les preocupa que vaya de la mano de una tendencia a silenciar o castigar a quienes sean críticos con Trump en su cobertura.
«Todos los presidentes tratan de controlar el mensaje mediante el control de la prensa, pero el señor Trump está tratando de hacerlo mediante la intimidación, para suavizar los artículos en su contra», escribió recientemente un veterano periodista de la cadena de televisión CBS News, John Dickerson, en la página web de ese canal.
El estreno este sábado de Spicer en la sala de prensa de la Casa Blanca, con una comparecencia sin preguntas en la que fustigó a los medios por haber sido, a su juicio, injustos en su cobertura de la investidura, ha hecho saltar las alarmas entre muchos periodistas.
Después de que muchos medios acusaran a Spicer de mentir al asegurar que nunca antes hubo tanta cantidad de público para una toma de posesión presidencial, «tanto en persona como alrededor del mundo», la consejera presidencial Kellyanne Conway argumentó que el portavoz de Trump simplemente ofreció «hechos alternativos».
Spicer trató hoy de rebajar las tensiones con la prensa, al asegurar que su intención «nunca es mentir» a los periodistas, pero argumentó que a veces la Casa Blanca y los medios pueden «discrepar de los hechos», y denunció que «el discurso por defecto de los medios (sobre Trump) siempre es negativo, y eso es desmoralizante».
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