De acuerdo con un informe publicado este jueves por el medio económico The Wall Street Journal, la Casa Blanca implementó una estrategia desde el primer día de la presidencia de Joe Biden para ocultar señales de su aparente declive mental. El reporte describe un control rígido sobre el acceso al mandatario, junto con cambios en su agenda diaria y limitaciones en sus apariciones públicas, todo para manejar su imagen frente a la ciudadanía y los medios.
Biden, quien asumió el cargo a los 78 años como el presidente más longevo en la historia de Estados Unidos, mostró desde el inicio de su mandato indicios de fatiga y dificultades para mantener la concentración en reuniones prolongadas, especialmente fuera de un lapso limitado de tiempo durante el día.
Dicho informe señala que, desde la primavera de 2021, sus colaboradores comenzaron a reprogramar reuniones y eventos importantes dependiendo de si el mandatario estaba teniendo un «buen día» o un «mal día».
Control y restricciones
El equipo presidencial adoptó medidas para evitar errores en público, que incluían limitar las interacciones del presidente con periodistas, acortar las sesiones de información y restringir la entrega de reportes críticos sobre su gestión. Además, según el informe, se contrató a un entrenador vocal para reforzar su tono de voz, que había perdido fuerza, y se evitó que el presidente permaneciera demasiado tiempo en ruedas de prensa por temor a preguntas inesperadas.
Biden también comenzó a usar una escalera más pequeña para abordar el Air Force One después de múltiples caídas que fueron captadas por las cámaras. Sin embargo, estas medidas no lograron evitar una percepción pública cada vez más negativa: los índices de aprobación del presidente alcanzaron un mínimo histórico de 70 años en 2024, impulsados por errores frecuentes y desorientación en apariciones públicas.
Tensiones internas y campaña electoral
El informe también detalla la estricta supervisión del entorno de Biden durante su fallida campaña de reelección en 2024. Incluso en los primeros años de su presidencia, el equipo había mostrado preocupación por la posibilidad de que la primera dama, Jill Biden, pudiera opacar al presidente durante sus intervenciones públicas. Según el diario, sus colaboradores ajustaban constantemente los discursos y las interacciones de Jill para evitar comparaciones desfavorables.
A pesar de los esfuerzos, los preparativos para entrevistas importantes, como la realizada con el fiscal especial Robert Hur sobre el manejo de documentos clasificados, pusieron en evidencia las limitaciones de Biden. El presidente necesitó extensas sesiones de preparación que se extendían durante horas, pero aun así olvidó detalles importantes, como el año de la muerte de su hijo Beau Biden.
Reacciones y defensas
La Casa Blanca negó las acusaciones de falta de capacidad de Biden, destacando sus logros legislativos y su estilo de liderazgo inclusivo. El portavoz Andrew Bates afirmó:
“El presidente Biden lidera una administración moderna, basada en consultas frecuentes con expertos y un enfoque en los detalles de políticas que impactan a millones de vidas.”
Sin embargo, críticos y observadores señalan que las medidas descritas en el informe reflejan un esfuerzo por minimizar los errores del presidente en lugar de abordar posibles preocupaciones más profundas sobre su salud mental.
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