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La columna de Miguel Guerrero

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El doctor Euclides Gutiérrez le presta un mal servicio al gobierno y al partido del que forma parte al intentar convertir un conflicto personal con una empresa en un problema de Estado, acusando a quienes les reclaman el pago de las facturas eléctricas de “enemigos del gobierno” y “anti-peledeista”.

En este caso particular se da la curiosa situación de que quienes él acusa en cierta forma se han puesto de lado de los intereses del gobierno, por cuanto las empresas de distribución son todas de propiedad estatal. De manera que es el alto dirigente oficialista y Superintendente de Seguros, con rango ministerial, quien asume una postura  contraria al partido y al gobierno, al invitar con su mal ejemplo a la población a rebelarse contra el sistema eléctrico negándose a pagar la energía por la ineficiencia del servicio.

Su alegato de que con ello se ajusta a la ley se cae por su propio peso, por cuanto la misma persigue el hurto de electricidad y el incumplimiento de las obligaciones de pago de las facturas. Si nos lleváramos del buen hombre, haciendo lo que él ha hecho, es decir negarse a pagar la luz  debido a los apagones, nadie la pagaría y este país caería en un caos, precipitando la quiebra del sistema eléctrico, ya muy débil por la cultura del robo de energía y las pérdidas técnicas por las malas condiciones de la red de distribución.

Me parece fascinante, además, que en su pleito con Edesur, “el rostro histórico del PLD”, acuse a una empresa del gobierno de timar a la población, asumiendo así el difícil papel de disidencia interna en momentos en que la unidad de criterios acerca de la administración Fernández parece vital a los esfuerzos del oficialismo por mejorar el posicionamiento de su candidato ante el avance de un opositor muy arriba en las preferencias electorales.

En su ofuscación, Gutiérrez no alcanza a medir las consecuencias políticas de su proceder.

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