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La columna de Miguel Guerrero: El maestro y sus discípulos

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Miguel Guerrero.

El PLD que ha gobernado al país en doce de los últimos 16 años no es el que alguna vez estuvo inspirado en los ideales de su fundador. Ya en marzo de 1991, el propio Juan Bosch lo advirtió en una carta de renuncia, disgustado por lo que él llamara “una corriente oportunista” dentro de la organización interesada solamente en escalar cargos públicos y hacerse de dinero.

Según lo publicara el  hoy desaparecido diario El Sol, en su edición de fecha sábado 16 de marzo de ese año, Bosch presentó en esa carta renuncia “irrevocable” de su cargo de presidente y militante del partido, así como de toda actividad política, revocada después a pedido de la dirigencia, por estimar que no existía posibilidad de que cuando el PLD llegara al poder favoreciera al pueblo “en sus acciones de gobierno”, argumento en que había basado 18 años antes su salida del PRD.

El disgusto de Bosch se basaba en su convencimiento de que el partido estaba formado “por gente de la pequeña y baja burguesía” responsable de la formación allí de grupos integrados por gente que había alcanzado en las elecciones del año anterior cargos en el Congreso y en los municipios para enriquecerse.

El Bosch que un lustro después fuera llevado a un acto público donde se le levantara la mano junto a la del entonces presidente Balaguer en apoyo a la alianza con el reformismo, lo que permitiría el ascenso al poder del actual presidente en una segunda vuelta, era ya un líder disminuido por la edad y los quebrantos de salud, probablemente con poca conciencia de lo que allí se hacía debido a su avanzado Alzheimer.

Lo ocurrido después ha conferido patética actualidad a la actitud visionaria que adoptara Bosch en aquellos convulsionados días y puesto de manifiesto la enorme diferencia moral entre el maestro y sus discípulos.

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@GuerreroMiguele

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