Miguel Guerrero.
La casi totalidad de las grandes fortunas de este país es de origen ilícito. No se trata de una afirmación mía. Es la simple y única deducción que puede ser extraída, escribí en el 2006, de declaraciones atribuidas al entonces director general de Aduanas.
Según se publicara en la prensa, dijo que el 85% de las grandes fortunas locales han sido obtenidas a través de la evasión impositiva y el contrabando (El Caribe, sábado 8 de julio de 2006, página 13).
Expresado de otra manera, tal vez más caritativa, los ricos dominicanos son, en su mayoría, puros delincuentes. Y como callar otorga, dice el refrán, y ninguna asociación empresarial importante refutó o respondió esa afirmación, escribí entonces, mucha gente podría sentirse inclinada a pensar que aquel director de Aduanas no estaba lejos de la verdad.
Naturalmente, el ese director de Aduanas estaba equivocado. Pero se requería de mucha osadía para contradecirle. Dada nuestra falta de institucionalidad y del enorme poder discrecional de los funcionarios públicos, pocos empresarios de este país suelen echarse esa “cuaba” encima. Pelearse con la autoridad o entrar en conflicto con ella es el peor error que un hombre de negocios puede cometer en este país.
Ni siquiera los medios, cuya principal responsabilidad es velar por el cumplimiento de la ley y denunciar los excesos de autoridad, se inmiscuirán en el asunto. Que respondan los afectados, se dirá.
Nadie duda la existencia de fortunas mal habidas, surgidas muchas de ellas al amparo de la actividad política y en el marco empresarial también. Pero ese hecho en modo alguno empaña lo que muchas familias y empresarios honorables han forjado al cabo de generaciones de ingente labor y sacrificio.
Gente que en situaciones difíciles se elevó de las cenizas rindiéndole culto al trabajo honrado. Si no fuera esto último verdad, no quedarían razones para seguir viviendo en este país.
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@GuerreroMiguele