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La columna de Miguel Guerrero: Muestras de intolerancia

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Miguel Guerrero.

Es deprimente reconocer que todavía como en los viejos tiempos de intolerancia, el oficialismo tiene entre sus fieles adeptos a personas dedicadas a detractar a aquellos que asumen posiciones críticas, en pleno ejercicio de un derecho consagrado en la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Personajes ocultos detrás del disfraz de nombres supuestos que emplean en su ingrata tarea, los términos más desconsiderados y ofensivos en abundancia digna de un reconocimiento.

Uno de ellos, sólo identificado como “El peje cajón”, tiene de esta columna y su autor la peor de las opiniones. Uno de sus mensajes, que recuerdo con fascinación, se lleva todos los laureles. En él me califica de “bandido” y “gavillero mediático” por demás rico y empleado “bien pagado”del presidente del PRD. Mis escritos, dice, son el fruto de “una envidia psicopatológica” al presidente Fernández por haberme quitado “el derecho” a ser presidente de la República. “Cretino envidioso consuetudinario”, “villano plumífero” incapaz de darme cuenta de que el pueblo ve en mi a un “hombre frustrado”, son apenas algunas de las expresiones tan poco caritativas de este “peje” que se esconde en un seudónimo.

“Este señor periodista es la cloaca más sucia de la república”, continua, recordándome además mi “nariz bien regada”, cosa esta indiscutiblemente cierta, en lo que él llama la cara de “un carajo a la vela”, que “ se la da de caro”, en un país que me vio, dice, “comer tripas de animales sin categoría”, en una barra de mala muerte, a las cuatro de la madrugada “muerto de un jumo de los denominados cagados”, en mis supuestas correrías con mujeres de mala vida.

Por suerte el diario digital advertía de su política de no publicar aquellos mensajes electrónicos “ofensivos o contrarios a las leyes”. Me pregunto todavía qué sería si violentando sus normas éticas les diera acogidas.

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