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La creciente contaminación amenaza las playas y la pesca en Puerto Rico

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San Juan, PUERTO RICO.- La creciente contaminación de la costa de Puerto Rico amenaza la calidad del agua de sus playas, la pesca y la vida alrededor de los arrecifes de corales, según denuncian especialistas.

El director del programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico dedicado a la conservación y uso sustentable de los recursos costeros de la isla caribeña, Ruperto Chaparro, dijo hoy a Efe que la contaminación ha alcanzado niveles preocupantes.

Chaparro denunció que la contaminación que amenaza las costas de Puerto Rico provoca la pérdida de la calidad del agua de sus playas, daño para su pesca y para el arrecife de coral.

El científico de Sea Grant, programa que patrocina la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de EE.UU.(NOAA), subrayó que esos tres factores se convierten en una amenaza para el turismo, que en Puerto Rico emplea a 17.500 personas y genera unos ingresos cercanos a los 3.300 millones de dólares cada año.

Chaparro explicó que muchos desechos de aceite, gasolina y de basura en general van a parar a los ríos de Puerto Rico y de estos directamente a las costas de la isla.

Aclaró que en Puerto Rico la gran mayoría de plantas de tratamiento de aguas fluviales solo dan servicio de nivel primario, lo que quiere decir que los desperdicios son convertidos en líquido y se les aplica cloro, solamente.

Chaparro dijo que esas aguas con tratamiento primario -totalmente insuficiente, como observó- se descargan a poco más de 2 kilómetros de la costa puertorriqueña, lo que provoca un proceso de contaminación general del ecosistema marino.

El científico matizó que la solución pasa porque las aguas fluviales de Puerto Rico sean sometidas a tratamientos secundarios, que facilitan la eliminación de entre un 80 y 95 por ciento de los elementos patógenos que contienen.

El problema, explicó, reside en que los tratamientos secundarios de aguas fluviales son mucho más costosos, lo que ha provocado que prácticamente no se utilicen en Puerto Rico, cuyo Gobierno solicitó una moratoria de 20 años -aceptada- a la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA) para su aplicación.

«Además, está el problema de los pozos sépticos y de otras descargas directas al mar sobre los que no existe control alguno», denunció Chaparro.

Dijo que en Puerto Rico los desperdicios de vaquerías o criaderos de gallinas van directamente a las costas, lo que supone un foco de infecciones y de degradación de la calidad del agua.

«Un primer efecto de esos vertidos incontrolados son infecciones de oído, piel o garganta en las personas», dijo sobre las consecuencias para la salud humana.

Destacó que los estudios llevados a cabo en los últimos años certifican al deterioro de la calidad del agua de la costa, debido además a la sedimentación que arrastran los ríos.

La sedimentación, que arrastra insecticidas y todo tipo de desechos, se va depositando sobre el coral, lo que provoca un proceso permanente de blanqueamiento y su posterior muerte.

«La degradación del coral es fundamental, ya que éste es la base de la vida costera y su muerte supone la desaparición de la fauna marina», detalló el especialista.

La contaminación provoca bajos niveles de oxígeno en el agua, lo que trae consigo el abandono de la zona por parte de los peces y, a su vez, la caída de la pesca, con lo que todo eso significa para el ecosistema y la economía local.

La última consecuencia del proceso, aclara Chaparro, es la potencial caída del turismo, a causa de la falta de calidad de las aguas de las playas de la isla, un serio problema si se tiene en cuenta el elevado porcentaje de personas que vive en Puerto Rico de esa industria.

Chaparro resaltó que estos problemas han sido denunciados, pero que las autoridades locales han mostrado de forma reiterada su falta de compromiso e ineficacia para encontrar soluciones.

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