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La crisis de los valores en nuestra sociedad

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La gente se sorprende de las cosas que ocurren en nuestro pequeño país, donde los valores morales,  inherentes de una sociedad civilizada, se han perdido casi en su totalidad.

Caer en la delincuencia, el atraco, el secuestro, la estafa, el engaño, la violencia, la trata de blanca,  el narcotráfico y el homicidio, no  es nada extraño para ciertos individuos, enquistados en los distintos estratos de nuestra sociedad, con el fin de obtener dinero para satisfacer sus deleites.

Las páginas de los periódicos vienen plagadas de hechos crispantes que revelan lo que es capaz  de hacer el ser humano a fin de enriquecerse en perjuicio de sus congéneres. Eso lo vemos en la política, en las actividades industriales y comerciales, entre los profesionales, así como en la gente común y corriente, donde la podredumbre y la corrupción  emergen de manera increíble.

Hay políticos que se sirven  del país y se enriquecen en la primera oportunidad. Aquí vivimos  el caso de  médicos, que presionaron al Gobierno con huelgas en demanda de aumentos salariales, y otros que convierten a sus pacientes en clientes; comerciantes e industriales agiotistas que se aprovechan, de cualquier circunstancia,  para subir abusivamente los precios de sus productos; otros en busca de bienestar ingresan al negocio ilícito del  narcotráfico y al lavado de dinero “sucio”.

Por doquier estamos llenos de podredumbre, y eso da mucha pena en un país, cuyos libertadores soñaron con una patria libre, soberana y próspera, donde impere el respeto a los derechos humanos, pero hoy no sabemos en los que nos hemos convertido. Ese sueño de nuestros libertadores se ha convertido, lastimosamente, en una amarga pesadilla, por individuos cuyo dios es su insaciable vientre.

Estos son los que, sin lugar a dudas, practican la doctrina del filosofo griego Epicuro, quien enseñaba que el placer constituye el bien suprema y la meta más importante de la vida; y que la disolución del cuerpo en la muerte conduce a la disolución del alma, y que por ello no hay vida futura posible.

Al refutar esta doctrina materialista, el apóstol Pablo dice que “si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”, (1 Corintios 15:32).

Y Pablo añade: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Cor. 15:21, 22).

Estos rufianes que viven exhibiendo y alardeando sus riquezas mal habidas, riéndose del mundo y burlándose de la justicia humana, no se saldrán con la suya, ignorando que tendrán que dar cuenta a Dios, porque “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”, (Hebreos 9:27).

Al respecto,  la Biblia dice que Jesús vendrá “en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocen a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”, (2 Tes. 1: 8, 9).

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