La Perspectiva de Alicia Ortega: La danza de los millones

Santo Domingo.– Le podríamos llamar la danza de los millones, pero para unos cuantos, no para la colectividad en un área tan sensible como el de la Salud.

Detalles confirmados del Caso Senasa

Y dije la danza de los millones, porque los sobronos habrían comenzado con 100 millones pero supuestamente alcanzaron los mil 165 millones.

Los contratos, 1,600 millones, 3,800 millones, mas de 4 mil millones, eso solo a tres empresas, algunas de las cuales alegadamente se beneficiaban con hasta 65 millones mensuales.

Cuando roban en la salud, no solo falta dinero: falta humanidad y los más afectados son los más necesitados, que confiaron en una institución encargada de protegerlos.

Pero lo más doloroso no es el dinero perdido: es lo que ese dinero representaba.

Más allá de cifras y expedientes cada peso que faltó pudo haber sido un medicamento para un diabético, una quimioterapia a tiempo, una cirugía que no podía esperar. Pudo haber significado alivio, esperanza... vida.

Mientras se autorizaban procedimientos falsos y se facturaban servicios que nunca se dieron, había personas reales esperando respuestas: madres con niños enfermos, ancianos que dependen de sus medicinas, trabajadores que confían en su seguro para seguir adelante. Personas que, sin saberlo, cargaban con el costo de un esquema criminal que hoy escandaliza al país.

Duele porque convierte la vulnerabilidad humana en negocio, porque traiciona la confianza de quienes no tienen otra opción que depender del sistema público.

Hoy, más que hablar de culpables que la justicia se encargará hablamos de víctimas silenciosas: la gente que sigue haciendo filas, las que esperan autorizaciones, las que temen que su seguro ya no responda cuando lo necesiten.

Esa gente merece algo más que indignación. Merece verdad, justicia... y respeto. Además, merecen respuestas: ¿a donde falló la supervisión que permitió que esto ocurriera durante 5 años?

La salud no es un lujo. Es un derecho. Y cuando ese derecho se roba, se rompe algo esencial en la vida de un país.