Beirut.– Después de más de dos meses luchando contra el cáncer en casa, la debilitada madre de Salma ha logrado una de las codiciadas camas en un hospital público a las afueras de Beirut, pero eso tampoco le garantiza el acceso a tratamiento en medio de la fuerte crisis que vive el Líbano.
Este país, donde en 2018 se registraron cerca de 17.300 casos de esta enfermedad y 9.000 muertes, según datos del Observatorio Global del Cáncer, sufre desde hace meses una grave escasez de analgésicos o medicamentos para las enfermedades crónicas, cuya última víctima son las personas que necesitan quimioterapia y otros cuidados paliativos.
Salma explica a Efe que su madre lleva apenas unos días en el Hospital Universitario Rafic Hariri, uno de los mayores centros públicos del país, al que tuvo acceso gracias a las gestiones de su médico tras dos meses y medio de muchas «dificultades» para ser tratada en casa.
«No podíamos ingresarla en un hospital porque no tiene seguro médico y es muy difícil meter a alguien en un hospital a través del Ministerio de Salud», detalla.
La salud se ha convertido en un lujo para casi el 80 % de los libaneses que vive en la pobreza debido a la crisis económica iniciada en 2019, catalogada como una de las peores a nivel mundial en el pasado siglo y medio.
PRUEBAS PROHIBITIVAS Y MEDICINAS DE POCA CALIDAD
Como muchos otros enfermos de cáncer, la mujer necesita someterse a escáneres médicos que su familia es incapaz de costear. Salma afirma que incluso el precio de las pruebas que su madre debe hacerse cada dos semanas se ha «duplicado» con el deterioro de la situación económica.
A la odisea para sobrevivir, se suma la falta generalizada de medicinas en el Líbano, donde las autoridades acusan a las farmacéuticas de no poner sus suministros a la venta a la espera de incrementar sus ganancias tras el esperado levantamiento de los subsidios a productos básicos como los fármacos.
Mientras las fuerzas de seguridad llevan a cabo redadas en almacenes de medicamentos, los proveedores acusan al Gobierno de impagos millonarios en concepto de subsidios, vitales en el caso de los fármacos para el cáncer por su alto costo para el paciente.
Cada dos semanas, Salma y su familia salen a la caza de medicamentos para la matriarca, que necesita, entre otros, «grandes cantidades» de cortisona, ya imposible de encontrar en el mercado.
«Sus medicamentos mensuales estaban completamente agotados, así que empezamos a buscar otros similares como las versiones siria o iraní de esos fármacos. Pero le hacen daño, no puede dormir si los toma y con el tiempo su precio también subió», lamenta la mujer.
No sabe qué ocurrirá cuando se acaben las medicinas que tienen guardadas en casa, por las que han pagado seis veces más de lo que solían pagar, y se pregunta cómo harán para garantizarle el tratamiento a su madre.
«No sabemos cuándo tendremos que parar, estamos perdidos. Todo es posible», dice resignada.
UN CARGAMENTO QUE NUNCA LLEGA
El jefe del Departamento de Hematología y Oncología en el Hospital Universitario Rafic Hariri, Issam Chehade, reconoce a Efe que el centro sufre una situación «muy seria» debido a la crisis y, en su planta, la falta de medicinas especializadas es uno de los principales problemas.
El impacto comenzó a sentirse hace unos dos meses, cuando se vieron mermadas las existencias del Ministerio de Salud, que financia el tratamiento a los pacientes de este hospital público al que acuden principalmente personas de clase media y baja, de acuerdo con el doctor.
El Líbano depende fuertemente de las importaciones y en la actualidad carece de las reservas de divisas necesarias para aprovisionarse en el mercado internacional.
Chehade asevera que algunas farmacias les ayudan vendiéndoles sus limitados suministros y que a veces, incluso, se valen de la diáspora para el envío de fármacos desde el extranjero.
Quien se lo puede permitir viaja al extranjero para comprar medicamentos, pero el médico recuerda que los fármacos contra el cáncer cuestan «cientos de dólares» sin los subsidios del Gobierno libanés.
«Corremos de un lado para otro para conseguir una caja de medicinas para nuestros pacientes», denuncia, advirtiendo que la crisis ya ha hecho mella en la salud de algunos de sus pacientes con cáncer, una «situación catastrófica» si no se ataja a tiempo.
El Ministerio de Salud ha prometido suministros médicos, dice Chehade, pero asevera que todavía no los ha recibido. Mientras tanto, las llamadas a las distribuidoras se han vuelto parte de la rutina diaria en el Departamento de Hematología y Oncología: «Nos dicen que el cargamento llegará la semana siguiente, pero luego no llega o las cantidades son muy pequeñas».
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