La elegía puertorriqueña de Iván Segarra Báez

Un apagón general que dejó a oscuras toda la isla es el punto de partida temático del poeta puertorriqueño Iván Segarra Báez para su poemario Los Hijos del Desastre, que circula en el país bajo el sello editorial de Santuario.

Un apagón general que dejó a oscuras toda la isla es el punto de partida temático del poeta puertorriqueño Iván Segarra Báez para su poemario Los Hijos del Desastre, que circula en el país bajo el sello editorial de Santuario. Las tinieblas que impedían la lectura permitieron una larga reflexión en torno a la historia colonial del Caribe, particularmente sobre la situación de Puerto Rico, sumido hoy en una de las peores crisis tras asumir su eufemística condición de “Estado Libre Asociado”.

Segarra Báez, nacido en 1967, presenta a su generación como hija de todo el desastre provocado por el colonialismo económico, político y cultural, donde el liderazgo local antes que representar el interés de sus coterráneos ha practicado el lacayismo como recurso para el disfrute del poder.

En una dramática presentación, la doctora Wanda Yadira Rivera Vélez se asume también, “al igual que otros”, como hija del desastre, lo que a su juicio queda reflejado magistralmente en el poemario. “Nos veremos estampados, paso a paso, en cada uno de sus poemas”, expresa. En tanto que Sheila Barrios Rosario, de la Universidad de Puerto Rico, escribe en la contraportada que “Los hijos del desastre resuena como una catarsis moral, social y política necesaria en la historia de nuestro país”.

Lo cierto es que Segarra Báez reasume el compromiso social en la poesía latinoamericana, abandonado desde que el continente fue cautivado por el neoliberalismo capitalista, consecuencia del fin de la Guerra Fría, apabullando todo aliento solidario en el arte y la literatura.

El apagón puertorriqueño trajo un despertar poético, sintetizado en la elegía Los hijos del desastre cuando dice: “El país y la isla completa se hicieron trizas/ un miércoles, 21 de septiembre de 2016. Entonces los políticos escondieron las manos,/ los pies y el habla,/ se habló del colapso y del quinqué./ Nadie dijo nada./ Entonces fue/ cuando nacimos nosotros,/ los hijos del desastre.”