Cuando me enteré de que la Embajadora de EU en el pais, Robin Bernstein, había estado en un colmadón tomando cerveza y jugando domino; de inmediato llamé unas amigas y les dije, ” nos ganó la Embajadora de EU”. Hace apenas unas semanas, compartíamos juntas y les comenté que había visto por TV la reacción del Dr. Cesar Mella, cuando le preguntaron que le faltaba por hacer en la vida; que me puse a pensar en algo que me gustaría hacer y que no había hecho.
Mis amigas, preguntaron ¿Qué te falta?, respondí “ir a un colmadón, tomarme una cerveza y bailar un merengue”. Rieron de buena gana, surgieron las opiniones; ninguna había ido a un colmadón; acordamos ir juntas.
Los colmadones son lugares que reflejan aspectos importantes de nuestra cultura; son útiles a la sociedad, prestan un tremendo servicio social, pues son negocios donde venden alimentos, fían al cliente; algunos se han convertido en fuente de recreación: juegan domino, oyen música, bailan, en TV ponen programas deportivos, etc. Son como un club social público, un desahogo para la clase necesitada, que se le dificulta ir a un resort.
Es obvio que la Embajadora Bernstein quiere conocer nuestros valores y tradiciones, penetrar en el alma de la nación, abrazar el pueblo, ¡aplatanarse! para cumplir con eficiencia su misión, dejando huellas positivas. Por ese motivo, visita lugares como los colmadones. Yo los amo. Tienen un mágico encanto, añoro la experiencia de sentarme a disfrutarlo.
Dentro del grupo de amigas que decidimos ir juntas, una, casada con un reconocido empresario, es tímida; nos sorprendió al mostrar con firmeza su disposición de ir.. “no me dejen”; otra, esposa del director de un importante periodico, dijo que iría y se encaramaría en la mesa a bailar si era preciso, aunque sabía que su marido acabaría con ella.
Les reitere mi sueño de bailar en el colmadon pero ¿con quién?, casi a coro respondieron “con el colmadero”, refiriéndose al dueño del colmado y otra expresó “ puede bailar con el delivery de turno, el que esté esperando el pedido de un cliente para llevárselo”. Otra dijo que bailaba hasta sola. Hubo quien recordó que había que esperar a Paula, mi hermana, quien vive en Suiza, pues jamás perdonaría que fuéramos sin ella. ¡Llovieron las opiniones!
Un destacado médico, quien estaba escuchando la conversación , señalo “cuando vayan pidan que le pongan “el Guachiman” de Sonia Silvestre, el que no lo escucha, no ha ido a ese lugar” ; le pregunte si había ido y respondió que si; creo que todavía debe estar enfrentando problemas con su esposa, pues ella no lo sabía ; le explicó que lo había hecho cuando salía a ejercitarse , caminando, y se detenía a descansar ,en uno de la esquina.
A medida que se conoce de este proyecto el grupo crece. ¿A cuál colmadon iremos? No lo sabemos. Sin embargo, es imperdonable que la Embajadora de EU, haya ido primero a darse ese “baño de pueblo”. ¿Quién le habló de nuestro plan? ¡Alguien lo filtró y ella se adelantó! Bueno, su disfrute fue incompleto pues, aunque tomo “una fría” y jugó domino con el “colmadero”, debió bailar un merengue aunque fuera con el “delivery”..!Ofrézcome!!..