La escasez de agua que actualmente sufre la República Dominicana se debe a más de dos años de sequía que se viene registrando aquí, pero este imprevisto ha cogido a las autoridades con los brazos cruzados, y los esfuerzos que han venido realizando con campañas para que la población economice el preciado líquido no ha sido suficiente.
A principios de este siglo, una tercera parte de las naciones tendrá escasez de agua de modo permanente. La primavera es cada vez más pobre como consecuencia de la tala de los bosques y el cambio climático. Los lagos subterráneos, que datan de tiempos prehistóricos, se están agotando con rapidez.
Sin embargo, ante ese dramático presagio, las autoridades, especialmente, las del Ministerio de Medio Ambiente, durante años se han hecho de la vista gorda e indiferente ante las indiscriminadas talas de árboles en las zonas boscosas donde nacen los ríos y la extracción de arenas y gravas que se utilizan en la industria de la construcción. Esta situación ha provocado la merma de los caudales de los ríos, la desaparición de algunos y el bajo nivel de los embalses, lo que ha causado crisis en la producción agrícola y ganadera, así como en la salud humana.
Ya es muy tarde la prohibición de talas de árboles y la extracción de materiales de los ríos, utilizados en la industria de la construcción, porque el daño está hecho.
Además, la mayoría de nuestros principales ríos están contaminados, por las aguas servidas que algunas industrias lanzan en sus márgenes. El Gobierno no les exige a esas empresas la instalación de plantas de tratamiento, lo que está ocurriendo con los ríos Ozama, Haina e Isabela, que, entre otros, sufren de contaminación. Se requiere el inmediato saneamiento de nuestros ríos, porque está en juego la salud y la vida de la población dominicana.
También los acueductos se han visto afectados por esta crisis, lo que ha venido provocando la protesta de barrios y poblaciones de la capital y del interior. La distribución de camiones con agua por los barrios que sufren la escasez del líquido es un buen paliativo de las autoridades, pero insuficiente. Esta agua es vendida por algunos camioneros indolentes, cuyo precio es inalcanzable para las personas de escasos recursos económicos.
La sequía provoca efectos devastadores en los países que las sufren. Actualmente, muchos países tienen menos agua de la que necesitan.
El ser humano considera al suelo, que normalmente llama tierra, como algo muerto, donde puede colocar, acumular o tirar cualquier producto sólido o líquido que ya no le es de utilidad o que sabe que es tóxico. La humanidad obtiene la mayor cantidad de agua de los ríos, pero casi todos se encuentran inservibles a causa de la contaminación. El agua de mar desalinisada es una fuente potencial, aunque el costo del proceso es diez veces mayor.
La inercia política agrava la crisis del agua. La crisis mundial del agua cobrará en los próximos años proporciones sin precedentes y aumentará la creciente penuria por falta de agua en las personas que habitan en muchos países subdesarrollados. Los recursos hídricos disminuirán continuamente a causa del crecimiento de la población, de la contaminación y del cambio climático.
De todas las crisis sociales y naturales que debemos afrontar los seres humanos, la de los recursos hídricos es la que más afecta a nuestra propia supervivencia y a la del planeta.
Ninguna región del mundo podrá evitar las repercusiones de esta crisis que afecta a todos los aspectos de vida, desde la salud de los niños hasta la alimentación de los seres humanos. Los abastecimientos de agua disminuyen, mientras que la demanda crece a un ritmo pasmoso e insostenible. Se prevé que en los próximos veinte años el promedio mundial de abastecimiento de agua por habitante disminuirá en un tercio.
La falta de consciencia sobre la magnitud del problema, la inercia de los dirigentes y las actitudes y conductas inapropiadas explica el deterioro progresivo de la situación y la razón de por qué no se adoptan las medidas que se necesitan.
A mediados del presente siglo miles de millones de personas sufrirán de escasez de agua en todo el mundo. Se calcula que un 20% del incremento de la escasez mundial de agua obedecerá al cambio climático. En las zonas húmedas es probable que las precipitaciones lluviosas aumenten, mientras que en muchas zonas propensas a la sequía, e incluso en algunas regiones tropicales y sub-tropicales, disminuirán y serán más irregulares. La calidad del agua empeorará con la elevación de su temperatura y el aumento de los índices de contaminación.
Ya en los últimos años se ha evidenciado una importante disminución en su calidad. Y los más afectados siguen siendo los pobres, ya que el 50% de la población de los países subdesarrollados está expuesta al peligro que representan las fuentes de agua contaminadas.
Otros problemas muy importantes que se plantean son los de la calidad y la buena administración del agua. En el mundo hay más de 2,2 millones de personas que mueren cada año debido a enfermedades causadas por el agua potable contaminada y un saneamiento deficiente. Una gran proporción de esas muertes se debe a las enfermedades ocasionadas por el agua.
Aproximadamente, un millón de personas muere de malaria cada año y más de 200 millones se ven aquejadas de esquistosomiasis, una dolencia conocida también con el nombre de bilharziosis y el cólera. Todas estas terribles desgracias, así como los sufrimientos y pérdidas que entrañan, se pueden evitar.
Actualmente la industria utiliza el 22% del agua consumida en el mundo. En los países ricos ese porcentaje asciende a un 59%, mientras que en los países pobres sólo llega a un 8%. En el año 2.025 esa proporción alcanzará un 24%. Se calcula que para ese entonces se gastarán 1.170 km³ de aguas anuales para usos industriales.
También existe el riesgo de privatizar la producción de agua potable, su distribución y fijación del precio. En esta situación son siempre los pobres quienes más padecen, pues tienen menos acceso al abastecimiento de agua y deben pagar proporcionalmente más por él. Por ejemplo, en Nueva Delhi –India-, el agua se vende a los pobres a razón de 4,89 dólares por metro cúbico, mientras que las familias que poseen agua corriente a domicilio pagan solamente 0,01 dólares por la misma cantidad.
En Vientiane -República Democrática Popular Lao-, los vendedores cobran 14,68 dólares por metro cúbico, mientras que la tarifa municipal es de solamente 0,11 dólares.
Cuando faltan las infraestructuras y los servicios, las áreas urbanas que careen de instalaciones para el suministro y el saneamiento de aguas constituyen uno de los entornos más peligrosos para la vida humana.
Muy pocas viviendas en esta Tierra tienen desagües que vayan a parar al alcantarillado. La población pobre que vive esa situación en las ciudades es la primera víctima de las afecciones causadas por la falta de saneamientos, las inundaciones e, incluso, por las enfermedades causadas por el agua como la malaria, que se ha convertido en una de las principales causas de enfermedad y muerte en muchas áreas urbanas.
Por otro lado, a medida que la demanda de agua aumenta, proliferan también los rumores sobre las guerras que pueden avecinarse debido a la falta de los recursos hídricos.
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