Chicago.- El sector oncológico afronta una escasez de ciertos fármacos, 14 de ellos en Estados Unidos, que ha obligado a la industria a adaptarse e incentivar la producción nacional y las importaciones para no acentuar retrasos en tratamientos vitales para los enfermos.
No es la primera vez que sucede. Según la Administración estadounidense de Alimentos y Fármacos (FDA, en inglés), el pico en Estados Unidos se alcanzó en 2011 con 250 medicamentos de todo tipo en total, frente a los 137 actuales, entre los que se incluyen esos 14 oncológicos.
Pero sí hay un nivel más alto de lo normal que ha puesto bajo alerta al sector y que la FDA atribuye a tres factores: problemas de calidad en la manufactura, un incremento de ciertos fármacos durante la pandemia y el hecho de que algunos fabricantes tanto de vacunas como de fármacos se vean ante la disyuntiva de elegir a cuál de ellos dan prioridad.
En el congreso anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés), el principal del sector y que se celebra desde el pasado viernes y hasta este martes en Chicago, esa bandera roja ha ondeado entre sus protagonistas.
«Pedimos a corto plazo a las farmacéuticas que compartan con la FDA y con los profesionales sanitarios más información sobre cualquier escasez. ASCO también está hablando con los legisladores y solicitando soluciones a largo plazo, como incentivar la producción», indicó en una declaración enviada a EFE la directora médica de esa asociación, Julie Gralow.
En la lista de los 14 fármacos oncológicos con reservas limitadas hubo dos entradas recientes: el pasado 10 de febrero se añadió cisplatino y el pasado 28 de abril carboplatino.
Una de las compañías que los fabrican, la farmacéutica Accord, por ejemplo, cesó temporalmente la distribución, y aunque otras siguieron produciendo cisplatino, no lo hicieron en una cantidad suficiente como para cubrir la demanda del mercado estadounidense, explican a EFE en la FDA.
La hoja de ruta sobre cómo avanzar ante la falta de reservas está clara: no malgastar las dosis, minimizar u omitir el fármaco afectado, incrementar el intervalo entre los ciclos, reducir la dosis total del tratamiento cuando sea clínicamente posible e incluso ofrecer asesoramiento a aquellos pacientes a los que la escasez les provoque angustia.
La presidenta de la Sociedad estadounidense del Cáncer, Karen Knudsen, alertó a mediados de mayo de que esa escasez «se ha convertido en un problema grave y potencialmente mortal para los pacientes con cáncer en todo el país» porque algunos de los fármacos implicados no tienen un sustituto efectivo.
«Urgimos a la industria a trabajar con los profesionales médicos para ayudarles a identificar alternativas cuando sea posible para garantizar que los tratamientos no se retrasan. (…) Los retrasos pueden empeorar los resultados», advirtió.
Al congreso de Chicago, que se celebra en el gigantesco centro de convenciones McCormick Place, el mayor de Norteamérica, han acudido las principales compañías del sector.
Entre ellas Pfizer, que para compensar la falta de carboplatino ajena dice estar facilitando la mayor cantidad de este fármaco de su historia y seguir explorando opciones «para aportar todavía más».
El vicepresidente ejecutivo de la división de Oncología de AstraZeneca, Dave Fredrickson, señala a EFE por su parte que la situación les ha afectado de forma indirecta.
«Me complace decir que en este momento no tenemos problemas de escasez, pero resulta absolutamente un desafío con algunas terapias de quimioterapia que se usan en muchos de los tipos de tumores en los que somos muy activos. Tras la pandemia se avanzó mucho a la hora de empezar a realizar exámenes de detección y controles rutinarios y es una pena que ahora mismo haya escasez», dijo.
En los esfuerzos conjuntos para corregir la situación, la FDA insiste en la necesidad de transparencia. Las compañías no están obligadas a comunicarle disrupciones en el suministro, como por ejemplo dificultades en la obtención de materias primas, y tampoco deben transmitirle los incrementos en la demanda.
Pero ese organismo les insta igualmente a hacerlo para poder mitigar o evitar a tiempo el impacto en la disponibilidad.
«Aunque es difícil predecir cuánto puede durar el problema, estamos haciendo todo lo que podemos para solucionarlo. (…) Muchos países están atravesando una situación similar y hablamos habitualmente con nuestros homólogos para compartir información y ver qué se puede hacer», concluye.