La evangelización puede ayudar a Haití

El martes anduve por la ficticia Farafangana, pero hoy aterrizo aquí para más seriamente referirme al sincretismo según se dio en Haití entre el catolicismo y las distintas creencias africanas que dieron origen al vudú. El vudú es una voz de origen africano cuyo significado según la Academia es «espíritu». Hoy se llama vudú al cuerpo de creencias y prácticas religiosas que incluyen fetichismo, culto a las serpientes y gallos, sacrificios rituales y el trance para comunicarse con sus deidades, procedente de África y corriente entre los negros caribeños y del sur estadounidense.

No escapa a la perspicacia de cualquier curioso competente el que la revolución francesa, que sirvió de inspiración a los patriotas haitianos que establecieron la primera república negra del mundo, incluyó un proceso sistemático de hostilidad y aniquilación del catolicismo por parte de los revolucionarios. Los esfuerzos por destruir la religión católica en Francia fueron bastante virulentos hasta que en 1801 se firmó un concordato con el Vaticano para regularizar las relaciones entre el Estado francés y la Iglesia Católica. Es claro pues que esos pujos anti-católicos franceses marcaron el pensamiento de las personas más ilustradas de Haití al momento de su independencia en 1804, tras la rebelión de los esclavos que significó pasar por cuchillo ó machete a todos los blancos que allí vivían en ese sangriento momento. La altísima tasa de mortalidad de los esclavos llevados a Haití impidió que antes de 1804 se formara una cultura propia mediante la transferencia de una generación a otra de valores, costumbres o tradiciones, puesto que la inmensa mayoría moría por la explotación o el maltrato y eran sustituidos por recién llegados de África.

El vudú haitiano es uno de los pocos  sistemas religiosos -por no decir el único- carente de una doctrina sobre los deberes, o marco deontológico, pues contrario al judaísmo, al Islam, al budismo o al cristianismo, que definen racionalmente las diferencias entre el bien y el mal, un devoto del vudú puede legítimamente rezar a alguna deidad del vudú rogándole el mal a un vecino, la muerte de un enemigo o la desgracia para el adversario, sin ninguna consecuencia ni afectación de la relación del rogador con la deidad a quien se peticionó semejante barbaridad. El vudú haitiano claramente adolece de carecer de normas morales para la conducta individual de sus adeptos.

 

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