Redacción internacional.- En los últimos años, los y las adolescentes han adquirido nuevos hábitos, desde las apuestas online a confiar en referentes de redes sociales para aprender acerca del mundo de las finanzas personales y “salvarse” económicamente en poco tiempo y menos esfuerzo.
La crítica hacia el mundo de los adultos es que no van a gastar su vida trabajando y sacrificándose para conseguir algo o bastante dinero para cuando sean “viejos”, se refieren a adultos de más de 30 años.
Es extraño a la vez ver a niños de 13, 14, 15 años contando a través de sus cuentas de Instagram o Tik Tok cómo convertirse en millonarios en poco tiempo mientras siguen viviendo con sus familias y no son responsables de sus gastos.
Esto no solo pasa en las clases sociales acomodadas, también en los barrios populares se manejan mesas de dinero, apuestas y especulación financiera, con menos volumen de dinero que en las poblaciones con más recursos, por supuesto. Los adolescentes optan por buscar información de economía e ir adquiriendo conceptos a través de contenidos de influencers en redes sociales por encima de los métodos tradicionales.
Según la encuesta de Insider Intelligence en 2023, el 65,6% de los jóvenes de la generación Z ( 18 a 26 años) afirmaron que utilizan YouTube para buscar información de productos y servicios financieros. Mientras que el 43,8% de los encuestados utilizaron TikTok para los mismos fines y 40,6% lo hizo por Instagram.
El fenómeno es preocupante y se puede entender como parte de una tendencia más amplia hacia la búsqueda de la gratificación instantánea y el éxito rápido en la sociedad contemporánea, especialmente entre los adolescentes.
Un estudio, “The Influence of Social Media Influencers on Adolescents’ Financial Behavior: A Qualitative Study” de Sarah Asebedo, y Martin C. Seay, publicado en Journal of Financial Planning, explora cómo los influencers en las redes sociales afectan el comportamiento financiero de los adolescentes, centrándose en su influencia en las decisiones de inversión y la percepción del riesgo financiero. Utilizando entrevistas en profundidad con adolescentes, los autores examinan cómo los influencers en las redes sociales moldean las creencias y actitudes de los jóvenes hacia el dinero y la inversión.
Algunos de los hallazgos claves fueron que son pocas las personas en los diferentes países que pudieron responder de manera correcta a las tres preguntas básicas de alfabetización financiera.
En Estados Unidos, sólo el 30% pudo hacerlo, con porcentajes similarmente bajos en países con mercados financieros bien desarrollados (Alemania, los Países Bajos, Japón, Australia y otros), así como en naciones donde los mercados financieros están cambiando rápidamente (Rusia y Rumania). Es decir, los niveles bajos de alfabetización financiera hallados en Estados Unidos también prevalecen en otros lugares, y no es un rasgo específico de cualquier país dado o de determinado estadio de desarrollo económico.
Otro hallazgo interesante sobre la alfabetización financiera es que a menudo se da una discrepancia notable entre el conocimiento que las personas creen tener frente al que tienen realmente, medido por las respuestas correctas a las preguntas planteadas sobre este tema.
En el caso de los adolescentes además de la falta de educación financiera dentro de las currículas escolares se suma la cultura de la gratificación instantánea. La falta de experiencia laboral, el idealismo propio de la edad y ver el esfuerzo muchas veces desmesurado de las generaciones anteriores hace que a veces no puedan discernir entre oportunidades que pueden ser legítimas y esquemas fraudulentos, estafas piramidales, etc.
Al mismo tiempo, estas actividades se llevan adelante en grupo, a veces reúnen el dinero para apostar entre varios y se comparten consejos y estrategias. Esta situación puede provocar presión para participar en actividades que parecen populares o emocionantes, como invertir en línea siguiendo consejos de influencers.
En un mundo cada vez más digitalizado, los niños, niñas y adolescentes están siendo expuestos a una variedad de oportunidades de inversión y apuestas financieras que pueden parecer emocionantes y lucrativas. Sin embargo, detrás de la promesa de ganancias rápidas, existen riesgos psicológicos significativos que merecen atención.
Por ejemplo, en el counter Strike GO o CSGO se ofrecen diferentes skins para diferentes armas o artefactos del juego. Estas “skins” son aspectos visuales que modifican dichas armas o artefactos dentro del juego. Las mismas pueden conseguirse de dos maneras, abriendo una caja de armas la cual contiene muchas armas diferentes y mediante una escala de porcentajes te toca una u otra) o comprándosela a otro jugador. Esta compra y venta entre jugadores genera un mercado interno en donde STEAM (plataforma de videojuegos y aplicaciones) obtiene un porcentaje de cada compra/venta de objetos dentro de ese mercado.
Hace un tiempo, había muchas páginas que permitían apostar dichas skins (que van desde los centavos de dólar hasta miles de dólares) con una vaga confirmación acerca de la edad de quien ingresaba a ellas (un click de “tengo más 18 años”). Una vez ingresado a dicha página el “jugador” podrá optar por diferentes juegos de azar con un crédito igual al valor de su skin en el mercado actual (los precios del mercado fluctúan constantemente).
Esto permite a muchísimos menores de edad, también embebidos por diferentes vídeos de Youtube y Streamings, tener la posibilidad de apostar online y ganar o perder dinero. Luego de un tiempo la mayoría de estas páginas fueron dadas de baja. Las transacciones se siguen realizando dentro de la plataforma.
Las actividades de apuestas o inversiones financieras pueden estimular la búsqueda de gratificación instantánea entre los adolescentes. Esto puede llevar a comportamientos impulsivos, ludopatías y decisiones financieras irresponsables.
Además, la incertidumbre inherente a estas actividades puede generar ansiedad y estrés en los adolescentes, especialmente cuando experimentan pérdidas. La confianza en sí mismos, la autoestima pueden verse afectada por estar pendientes tanto de las pérdidas o de las ganancias y hasta estar demasiado pendientes de los vaivenes de la inversión o las apuestas y mantenerse hiperconectados. Así también puede afectar su rendimiento escolar, ausentismos y tener complicaciones en sus relaciones.
A través de Internet, los juegos en línea son aquellos en los que interviene el azar generando adicción y siendo obligatorio arriesgar nuestro dinero. Por ejemplo, los casinos online; apuestas deportivas y loterías virtuales. La habilidad del jugador queda en un segundo plano. Las posibilidades de ganar se reducen a un porcentaje ínfimo.
El consumo problemático de los juegos de azar implica perder el autocontrol. Esto daña la salud mental y física y perjudica los vínculos. El juego en línea se vuelve problemático cuando se realiza en forma recurrente. Se llama ludopatía digital al impulso incontrolable por las apuestas o el azar a pesar de causar pérdidas económicas y consecuencias negativas. Se trata de una adicción que afecta a todas las clases sociales con mayor incidencia en la adolescencia, especialmente entre los varones.
A diferencia de otras adicciones la ludopatía no muestra los signos ya conocidos de otras formas de adicción o consumo problemático. El juego compulsivo o las apuestas online como práctica problemática, es el impulso incontrolable de seguir apostando sin importar las consecuencias que eso tenga en tu vida.
La Mayo Clinic lo dice así: “Apostar significa que estás dispuesto a arriesgar algo que valoras con la esperanza de ganar algo de mayor valor”.
Esto estimula el sistema de recompensa del cerebro de forma similar a como lo hacen las drogas o el alcohol, lo que genera adicción. Este tipo de compartimento no es del todo visible y lleva al secretismo, al robo o al fraude para seguir apostando o invirtiendo.
Estos fenómenos, que afectan a toda la población, reflejan una combinación de factores culturales, psicosociales y educativos que contribuyen a una mentalidad de búsqueda de riqueza rápida y fácil. Es preocupante que la narrativa sea la de no vivir el proceso de aprendizaje formal, experiencial y se crea que la “solución” a la vida puede venir de mano de lo que aparece como mágico. Es mucho más grave cuando hablamos de niños y niñas.
Los mismos influencers que venden este contenido, pasan horas y horas produciéndolo, lo que lo convierte en un trabajo que toma gran parte de su vida, quizá hasta más tiempo que el que toman otro tipo de labores, pero algunos venden esta forma de enriquecimiento mágico.
La publicidad agresiva en TV y redes sociales; equipos de fútbol; youtubers, tiktokers, celebridades e influencers promocionan las apuestas, más la facilidad. La facilidad para acceder a medios de pago como billeteras virtuales; la disponibilidad de las plataformas virtuales para jugar las 24 horas, los siete días de la semana; el libre acceso (alcanza con ingresar a la página o descargar la aplicación de la casa de apuestas, cargar nuestros datos, medios de pago y contactar por WhatsApp) y la falta de regulación de la actividad a nivel nacional, hacen que esta nueva narrativa esté al alcance de todos.
Para abordar este problema es importante enfocarse en la educación financiera desde una edad temprana, promover la crítica y el pensamiento analítico, así como fomentar un sentido de responsabilidad y realismo en torno a las expectativas financieras. Además, es crucial que los jóvenes sean conscientes de los riesgos involucrados en la inversión, en los juegos de azar.
La ludopatía es una problemática de salud mental que debe atenderse de manera inmediata con profesionales especializados en las mismas.
Un consumo problemático implica perder el autocontrol dañando nuestra salud física y/o psíquica y perjudicando los vínculos personales, familiares o laborales. No importa el objeto de consumo sino la forma en que la persona se relaciona con él. Puede ser alcohol, tabaco, drogas, tecnología, compras, alimentación o los juegos en línea que nos llevan a la ludopatía.
No es lo mismo el juego recreativo que funciona como actividad de esparcimiento que el juego problemático que anula nuestra voluntad haciendo necesaria la intervención de un profesional de la salud.
Los menores de 18 años no pueden participar en apuestas. Pese a la prohibición, los adolescentes suelen falsear datos y documentación o crear perfiles falsos con información de algún adulto para poder apostar.