Algo que nos inquieta es la demagogia y la mentira que utilizan algunos políticos para engañar al pueblo, prometiendo en sus campañas villas y castillos, tales como cambios sustanciales para disminuir la pobreza y combatir la corrupción en el Gobierno.
También prometen bajar los impuestos y el costo de la vida, mejorar la educación, la salud, el transporte público, aumentar los puestos de trabajo, garantizar la seguridad ciudadana, y al final de cuenta no llegan a nada, dejando bajo un estado de frustración a la sociedad. Eso no solamente ocurre aquí, sino también en otros países.
Sin embargo, nuestra sociedad está necesitada de honradez, lo que es necesario en todos los ámbitos. Es penoso ver y escuchar a políticos que mienten, a dirigentes empresariales acostumbrados a engañar; a administradores que ponen trabas a las instituciones que manejan; los jueces venales que dictan sentencias complacientes, el catedrático que falta a su palabra.
Estos son unos pocos ejemplos de falta de honradez que desalientan a cualquiera y llevan a perder la confianza y la credibilidad. Esa situación de falta de honestidad se ha convertido en un círculo vicioso.
Esperamos que nuestro actual Presidente, Danilo Medina, sea la excepción, y que cumpla, con honestidad, su gestión como gobernante, que verdaderamente se haga lo que nunca se ha hecho para ser bien recordado por el pueblo y la historia. Tenemos que admitir que ha habido importantes logros en su primer año de gobierno y que siga así en sus tres años restantes de su mandato.
La honestidad, si alguien no lo sabe, es el valor de ser decente, recatado, razonable justo u honrado. Desde un punto de vista filosófico es una cualidad humana que consiste en actuar de acuerdo a como se piensa y se siente. No ser dado a la mentira o al engaño.
Quienes son honestos hoy día van en contra de la corriente. Son algo raro para el común de las personas. No comparten su forma de actuar y por esa misma razón es posible que se granjeen dificultades enormes en el entorno en el que se desenvuelven.
En cuanto al cristiano, el apóstol Pablo nos recomienda que nuestras acciones estén rodeadas de honestidad. El escribió: «Procurando hacer las cosas honestamente, no solo delante del Señor sino también delante de los hombres» (2 Corintios 8:21).
Pero eso es justamente lo que necesita la sociedad nuestra: hombres y mujeres que tengan valor, honradez, capaces de hacer lo recto y que vayan contra la corriente. Se requiere en esencia, seres de mucho carácter.
En cierta ocasión le preguntaron al Señor Jesús, para tentarlo, si era lícito dar tributo. Los romanos cobraban tales impuestos a los judíos que los consideraban injustos. La respuesta vertical del amado Hijo de Dios fue: «Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios» (Mateo 22:21). Una posición equilibrada, honrada, justa, sin duda.
Usted y yo estamos llamados a ser rectos, cabales, de una sola línea. Y a manifestar la honestidad aún en las cosas pequeñas, como el tiempo que laboramos en la empresa, la veracidad de cuanto decimos y el manejo apropiado de los recursos. El mundo tiene los ojos puestos en hombres y mujeres íntegros, que den ejemplo; los cristianos estamos llamados a ser tales personas.
Verticalidad, y honestidad a toda prueba debe ser el ejemplo para nosotros, en pleno siglo XXI. No podemos ceder a la tentación ni olvidar que «La ocasión hace al ladrón», como dicen por ahí. La mentira que está tan difundida hoy día, es una manifestación de falta de honradez que debemos combatir. Como anota el apóstol Santiago, la lengua puede provocar tremendos estragos (Santiago 3:4, 5). Y la mentira es uno de ellos.
Un compromiso que debemos asumir, en aras de la honradez, es decir la verdad en el hogar, el trabajo, la iglesia y el desenvolvimiento general en la sociedad. Quién miente, roba su reputación y es algo que no se puede recuperar fácilmente, ¿es consciente del reto que tiene por delante? Dios dice en Zacarías 8:16: “Decid la verdad unos a otros.”
El rey David en Salmos 15:2 elogia al que anda en integridad y obra justicia, que habla verdad en su corazón. Mientras que el apóstol Pablo dice en Efesios 4:25: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros”.
En cuanto a la importancia de la honradez, Jesucristo dice en Lucas 16:10: «El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho». En el Antiguo Testamento, Dios dice en Levítico 19:11: “No hurtaréis, ni engañaréis, ni os mentiréis unos a otros», y Proverbios 20:7, añade: «Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él».
El apóstol Pablo también se refiere a caminar y actuar con una conducta honrada, cuando dice en II Corintios 8:21: «Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres». Por último, hermanos, “piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza”, (Filipenses 4:8).
Ningún legado es tan rico como la honestidad, dijo el escritor británicoWilliam Shakespeare (1564-1616). Al referirse a la honestidad, George Washington manifestó: «Espero tener siempre suficiente firmeza y virtud para conservar lo que considero que es el más envidiable de todos los títulos: el carácter del hombre honrado».
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